o fue Groucho Marx ni Woody Allen sino Albert Einstein quien dijo que «hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Pero no estoy seguro de lo del Universo». Procede recordar la sentencia ahora que China acaba de lanzar un misil contra un satélite artificial propio para demostrar su potencial. Vamos que están capacitados para una guerra con EE UU. En realidad, aún las fuerzas son muy desiguales, pero si se lía, el Gobierno americano no podría soportar la muerte de un millón de conciudadanos, mientras que la dictadura china vería cómo mueren 100 millones de compatriotas sin pestañear y hasta podría salir reforzada.

En su día, el presidente Reagan planteó construir una defensa con satélites -la llamada guerra de las galaxias- y le valió un tsunami de críticas ¡por intentar defenderse!, así que creo que Einstein no lleva razón. O mejor, que se debe ampliar la sentencia: lo infinito de verdad es el rencor, la envidia, el resentimiento y el odio. Por eso Revel dice que la mentira mueve el mundo. La mentira de la gente que vive por y para odiar. Sobre todo al que más tiene, a los EE UU.

La cita vale también para España. Nunca habíamos estado como ahora. Nunca habíamos llegado tan lejos, tan alto y tan fuerte. Por eso se impone el odio, el rencor, la envidia y el resentimiento de nuestros socios-rivales europeos, que son obviamente quienes agitan nuestro desmembramiento y la estupidez de los que desde dentro colaboran. En su tiempo se los denominó afrancesados y ahora me parece que es más pertinente que nunca ese término.

Así que si sumanos la estupidez de los que jamás se enteran de nada, la maldad de quienes han hecho del odio una profesión y el masoquismo de los colaboracionistas, entregados a quienes tan mal nos quieren y tratan se despejan las dudas de Einstein: el universo es infinito, de lo contrario no cabría tanta gente.