Anoche encendí la televisión y me apoltroné delante para que me llenaran el cerebro con esa sanísima educación para la ciudadanía que parece no reciben en Alcorcón y otros villorrios fascistas. En los informativos de las distintas cadenas se hicieron eco de un extraño caso judicial. Por lo visto, un condenado a 3.000 años por el asesinato y violación de 25 mujeres, un tal Juan Caos, había redimido su pena por buena conducta y le iban a dejar salir con apenas 18 años cumplidos. Las asociaciones de mujeres estaban escandalizadas por lo que entendían un despropósito legal y una pura inmoralidad, pues hacían cuentas y les salía a menos de un año por muerta.

Pero Supremacía Masculina, un partido político ilegalizado por su radical ideología machista, defendía la inmediata excarcelación del violador asesino, cuyos crímenes justificaba por el «atávico e histórico conflicto que vivían los hombres ante las provocaciones eróticas de las mujeres, representantes fascistas de un género inferior y perverso». No estaban solos. Otros partidos políticos legales, como el Partido de los Hombres Superiores y Demócratas, coincidentes en muchos de sus postulados reivindicativos, también abogaban por la inmediata excarcelación del preso; matizaban que nunca debía usarse la violencia contra las mujeres, pero sí reconocían que el germen de los crímenes de Juan Caos estaba en un conflicto histórico entre los machos y las hembras, cuyas manifestaciones más airadas, reprobables aunque disculpables por la secular situación de opresión que sufrían los hombres, incluían la violación y el tiro en la nuca. En fin, actos feos pero comprensibles al fin y al cabo.

En el Gobierno estaba un partido político de corte unisex, el Partido Obrero de los Hombres y las Mujeres, que después de haber sido bastante acosado durante años por la Banda de Violadores por la CaraÑorganización delictiva a la que pertenecía este Juan CaosÑ, estaba en pleno proceso de negociación para que dejaran de violar y se conformaran con algún disculpable manoseo callejero. De modo que el Gobierno no abogaba públicamente por la excarcelación, mas tampoco se oponía expresamente y sí hablaba de la necesidad de ser generoso, de aplicar la ley con sentido y de no obstaculizar el proceso.

Pero hete aquí que la Asociación de Mujeres Violadas por la Banda rescata unas cartas escritas por Juan Caos desde la cárcel en la que se jacta de sus violaciones sin asomo de arrepentimiento, indica con nombres y apellidos a varias funcionarias de prisiones que según él se merecerían un buen repaso y encima asegura brindar con cava al ver en la televisión como lloran los hijos de la última mujer violada y asesinada por sus compañeros de parranda. Entienden las mujeres que eso es una amenaza en toda regla, y no un mero ejercicio de libertad de expresión como aseguran los partidos masculinos, pues Juan Caos, por su historial y actual vinculación a la Banda, no puede entenderse que hable a humo de pajas.

Como Juan Caos se huele que le pueden caer unos cuantos años más, se pone a dieta de jamón york y pan de molde para protestar. Y entonces los partidos masculinos hablan de humanidad y de benevolencia y de no ser vengativos. Incluso el presidente del Gobierno, que asegura comprender el sentimiento de las mujeres -su abuela fue fusilada en la guerra civil-, aunque a algunas les atribuya un carácter demasiado politizado y radical, comenta que Juan Caos es un hombre de paz y que está por la negociación. A pesar de ello, los jueces le condenan a un porrón de años más. Y entonces Juan Caos dice que esta vez va en serio, y que se quita hasta del jamón york.

El 31 de diciembre, los Violadores por la Cara se cepillan a dos ecuatorianas en Barajas. El Gobierno no organiza un funeral, sino que las despacha por Postal Express para su país. El presidente habla de accidente, los partidos masculinos y los intelectuales afines al Partido Obrero de los Hombres y las Mujeres dicen que esa violación está mal, pero que tampoco vamos a romper el proceso por eso. Y que lo primero que hay que hacer para demostrar buena voluntad y que no nos pongan una violada más sobre la mesa es liberar a Juan Caos para que se alimente en su casa. Pero en esto van 14 jueces y dicen que nones, que si el violador está delgadito es sólo culpa suya.

Y entonces los partidos masculinos, junto a los comunistas, los intelectuales y las intelectualas orgánicas, el periódico oficial y hasta la sección macho del Partido Obrero de los Hombres y las Mujeres, dicen que eso es una barbaridad, que también los violadores tienen derechos, que hay que ser humanitarios, que los jueces son unos fachas vengativos y que con su resolución inhumana van a aplicar la pena de muerte al pobre Juan Caos.

Joder, me dije mientras me levantaba para apagar la televisión, anda que si este Juan Caos en vez de ser violador fuera etarra, le hacían un homenaje en su pueblo y le llevaban rosas blancas.

Miquel Silvestre es escritor.