Siento estupor e impotencia al contemplar cómo una persona, amparándose en una asociación ecologista de la que él es el único componente (ULEX) y con afán vengativo contra el organismo que le dio de comer durante largos años (el parque nacional de los Picos de Europa) trata de jugar con el pan de tantas y tantas familias que, aun hoy, con la difícil situación que atraviesa el campo asturiano, tienen que vivir del duro trabajo de la ganadería. Alfredo Menéndez, antiguo guarda del parque nacional de Covadonga (hoy de los Picos de Europa), fue persona ligada a conflictos laborales y estuvo enfrentado constantemente con el organismo para el que trabajaba mientras duró su relación laboral. Con razón o no, aspecto al que no debemos entrar. Ahora se empeña en que los lobos campen a sus anchas por nuestro espacio protegido (algo que nunca ha sucedido), que maten un día sí y otro también piezas de ganado menor (cabras y ovejas) y ahora piezas de ganado mayor (terneros y potros), principal sustento de las familias ganaderas de la comarca. ¿Dónde está el equilibrio buscado por este tipo de organizaciones? ¿Quién mejor que los pastores para mantener el equilibrio que estas «personas dicen defender» después de siglos de historia de desempeño de actividades tradicionales? Porque, estoy de acuerdo. El equilibrio se ha perdido. Hoy la balanza se inclina a favor de la alimaña. El pastor y su rebaño están ya en inferioridad de condiciones. El lobo mata lo que le apetece, y el pastor tiene que criar la res, alimentarla y ponerla a su disposición. Y después vendrá el asunto del cobro de la indemnización, algo que llega mal y nunca, pero que no resarce al ganadero, ya que la res perdida para el pastor no tiene el valor real en el que se tasa; tiene un valor potencial, un valor añadido, el valor del animal que se cría en un determinado hábitat, con un determinado rebaño, para «parir» de nuevo en ese hábitat y dentro de ese rebaño, algo irreemplazable y menos con un puñado de euros que «ni paren ni preñan».

Por favor, no saquemos el tema de contexto. No dejemos que este individuo en su afán de «subirse encima de los dirigentes de su antigua empresa» deje a la gente que ejerce una profesión milenaria como es el pastoreo sin la comida que se «zampa» el lobo. Que si alguien sabe velar por la naturaleza no son los «ecologistas de ciudad», más bien lo serán los «pastores del puerto», encargados de hacerlo desde hace cientos (si no miles) de años. No estemos a la expectativa viendo pasar las cosas por delante de nuestras narices sin hacer nada y tomemos decisiones que garanticen en cierta medida el futuro del pastor, del ganadero, de nuestros hijos. Conservemos el pastoreo, recuperemos el equilibrio. Controlemos la población del lobo en nuestro hábitat, porque ya ha acabado con cabras, con ovejas, con el queso de Gamonedo del puerto y ahora pone en peligro la única especie que le permite al ganadero subsistir, nuestras vacas.

José Antonio García Álvarez es regidor de pastos del puerto de la montaña de Covadonga.