Hace unos días la televisión que pagamos todos los asturianos ofreció un programa desde Las Regueras de esos que te dejan sorprendido, alucinado, sin capacidad para la reacción inmediata -que sería el llamar rápidamente a la TPA- y que a medida que te vas serenando no consigues olvidar todo lo que salió en pantalla. Aparecía en imagen un paisano con un carro de bueyes y de pronto la locutora va y dice que hablarán sobre «los vaqueros porque para tratar este tema no hay que ir al oeste americano». Así, de pronto, no sabes muy bien por dónde van a ir las cosas. Puede tratarse de una broma. Pero no, el tema iba de vaqueiros de alzada, aunque los llamasen vaqueros. Ahí faltaba una letra, la i latina, que daba motivo a un tremendo equívoco.

Para quien tuviese la curiosidad de seguir sintonizando la emisora de nuestra televisión regional ya tenía motivos suficientes para estar en guardia. Bueno, pues durante cerca de media hora siguieron tratando sobre la vida, obra y milagros de los vaqueros. Y repitieron que, efectivamente, no estábamos en el oeste americano de Marcial Lafuente Estefanía, sino en el municipio de Las Regueras, en el mismo centro de Asturias. Inaudito. Y continuaron quitándole la letra que le faltaba a lo de vaqueiros. Es decir, una y otra vez se nos informaba de que era un programa sobre vaqueros.

Así, de pronto, puede titularse como de una falta de respeto para nuestros vaqueiros de alzada. Y la comparación con el oeste americano, pues cuando menos de muy mal gusto. Pero doctores tiene la televisión para juzgar estas cosas y a esta columna lo único que le queda es registrar en papel todo lo ocurrido en esa retransmisión que también insistieron en que era en directo, como si eso importase mucho para llamar vaqueros a los vaqueiros. Los de la trashumancia, se supone. Que en Las Regueras, sí que los hubo.

Dice el Diccionario Enciclopédico del Principado, editado no hace mucho tiempo por este mismo periódico, que trashumancia es la «técnica adaptativa y económica realizada en Asturias por los vaqueiros de alzada, de forma periódica y biestacional». O sea, que de vaqueros del Oeste, ni por el forro. Y esto lo tendrían que saber los responsables de programas, por muy en directo que sean, de nuestra televisión, y también, por supuesto, los presentadores y locutores que participaban en el evento. Dejar los vaqueiros en vaqueros no es de recibo. Claro que los vaqueiros, debido a su carácter, a su idiosincrasia, a su habitual silencio durante siglos, no suelen protestar ni por eso ni por otras cuestiones de mayor entidad. Y hay que añadir, de propina, que con frecuencia vemos y escuchamos, en esa misma televisión, que se inventan dos municipios asturianos nuevos: Infiesto y Arriondas. El primero corresponde a Piloña. El segundo, a Parres. Claro que en la oposición para dotar de personal a nuestra TPA uno de los capítulos que más puntuaban era el de hablar el inglés correctamente. Sería por si había que ir a entrevistar a la reina de Inglaterra.

Sin embargo, reconforta pensar que ahora mismo la comarca vaqueira, integrada por los ayuntamientos de Salas, Cudillero, Tineo, Allande y Valdés, presidida por el alcalde salense, José Manuel Menéndez, está ya perfilando presupuestos e inversiones para las brañas, y todo ello con objeto de mejorar las infraestructuras de las mismas y adecuar el medio para que pueda tener un desarrollo turístico adecuado y para que sean conocidas por visitantes para quienes los vaqueiros son unos desconocidos. Se abre un horizonte para la comarca vaqueira de estos municipios que puede significar ni más ni menos que un freno a la despoblación de las brañas, que en las últimas décadas ha sido galopante, hasta el punto de que muchas están totalmente abandonadas. Todo ello servirá, además, para conseguir que a los vaqueiros no se les relacione para nada con los vaqueros del oeste americano.

Y ya que estamos con temas vaqueiros puede que sea adecuado mencionar aquí y ahora que mañana, domingo, a la una de la tarde, en la braña de Borducedo de Malleza, en la capilla de Santa Bárbara, restaurada recientemente por los propios vecinos, se va a celebrar una procesión y misa solemnes en las que participarán los habitantes de Gallinero, Tablao, Repozo, Vegacebrón, Cerezal, Curiscao y Culebreo. Y llegan también feligreses de otros muchos pueblos, del río allá y del río acá. Es decir, vaqueiros y xaldos. Es la fiesta de la patrona de estas brañas y en cada casa se cultiva aún esa costumbre de invitar a amigos y familiares a la comida comunitaria. «Ir de sopas» quiere decir que el invitado va a casa de sus familiares y amigos a pasar una jornada con buena fiesta y mejor gastronomía.

La dinamización de la comarca vaqueira pretende fijar población y al mismo tiempo dar a conocer al exterior la riqueza paisajística, etnográfica, folclórica y hasta religiosa de las brañas. Sería fundamental también rescatar del abandono algunos edificios singulares, que un día fueron escuelas, para convertirlos en centros de interpretación. En el caso de las brañas de Malleza se puede señalar el viejo edificio docente de Borducedo, al que se accede por un camino abundante en estiércol y que está situado en un lugar realmente paradisiaco si no fuese por el abandono que sufre su entorno.

Hay mucho que recuperar y que conservar en las brañas. Lástima que a algunas ya sea prácticamente imposible llegar debido a la maleza que ha invadido los caminos. Puede que sean brañas ya irrecuperables. Puede que se llegue tarde para salvarlas porque no quedan vecinos. Pero las que están habitadas es posible, con imaginación, con trabajo, con buena voluntad y, naturalmente, con la adecuada inversión, el revitalizarlas en todos los sentidos, aunque teniendo cuidado de que todo ello no signifique la pérdida de ninguna seña de identidad. Porque hay que tener en cuenta, sobre todo, que, «antes que Dios fuera Dios, ya el sol diera per los riscos, ya los Feitos eran Feitos, ya los Garridus, Garridus».

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