Qué tiene la ministra de Medio Ambiente contra la calidad del aire de Gijón? ¿Qué patraña le ha colado a Cristina Narbona la Coordinadora Ecoloxista d$27Asturies? Nunca estuvo el aire de Gijón más limpio, descontaminado y saludable que en estos últimos tiempos. ¿Es que ya se ha olvidado cuando a espaldas de la iglesia de los Carmelitas había una fábrica de vidrio? ¿Es que nadie recuerda que las grúas de vapor y las locomotoras funcionaban desde la rula al Natahoyo? ¿Que los trenes (no eléctricos) entraban hasta El Humedal y que los humos de Moreda, Laviada, La Bohemia llegaban a la City tiznando las fachadas de los edificios gijoneses?

Hasta en la lúdica y pintoresca Cimadevilla había fábricas de conservas y la Tabacalera con chimeneas contaminantes. Recuerdo una churrería en Contracay y Casa Manolo en el Parchís donde se freían calamares y potarros en un aceite que atufaba. Que no me vengan con milongas sobre la calidad actual del aire gijonés. La ciudad está creada benéficamente por un viento que nos manda Eolo especialmente para nosotros que se conoce cariñosamente como «el Nordestín». ¿Es que no queda nadie con memoria que defienda a Gijón de estas «coñas» medioambientales? La diferencia entre la calidad del aire de hace cuarenta años y la de ahora se establece muy fácilmente. Entonces Gijón era un emporio fabril e industrial y ahora es una reserva de jubilados paseantes por la ruta del colesterol. Que alguien le diga a la señora Ministra que deje de hablar con los «ecoloxistas» y trate conmigo o con personas que aún no hayan perdido la capacidad de recordar.