Cuando los niños son pequeños y comienzan a dar los primeros pasos se les saca ya de la cuna y se les pone en un corralito con ruedas para que comiencen a ensayar por el pasillo de casa. Esa idea, por otra parte de lo más elemental, parece que es en la que se basa el proyecto que va a ser desarrollado en Brañaseca, un pueblo ganadero de Cudillero que aún tiene entre sus vecinos a bastante juventud que no ha emigrado y que sigue creyendo que de las vacas de carne se puede sacar algo en limpio, aunque menos que en un puesto fijo en una de las muchas empresas que están proliferando por la zona baja del concejo.

El proyecto que el Principado tiene a punto -el comienzo de las obras es inminente si es que no se han iniciado ya en los últimos días- es el de construir un cierre con postes y alambre de púas para que el ganado vacuno, ovino, caprino y caballar no pueda ser atacado por los lobos. Es decir, que se va a construir un gran corralito, pero sin ruedas. En Brañaseca afirman que se van a instalar nada menos que ocho hilos de alambrada estimando que con ello los lobos, que andan por la zona de lo más cómodo porque ya se sabe que no se les puede meter un tiro entre pecho y espalda aunque esté dándose un festín a base de buena ternera -alternan también con cordero y cabrito supongo que según tengan previsto el menú de ese día de la semana- y sin que las protestas de los ganaderos de Brañaseca y pueblos aledaños hayan servido hasta ahora para nada. Hay ganadero a quien en un año le han matado los lobos una decena de terneros.

Los lobos de los concejos de Cudillero, Salas y Valdés -dicen que vienen hasta de Tineo y no me extraña porque suelen hacer pierna en busca de un buen alimento- están de enhorabuena. Y los conservadores de la naturaleza, especialmente los de esta alimaña, pues también. Todos contentos. El ganado estará en un corralito, me dicen que de un montón de hectáreas, y tendrá que pastar dentro de ese recinto. Pero claro, los astutos lobos ya están haciendo asambleas -vieron a muchos juntos en la última nevada- para que los expertos de la tribu estudien la nueva situación que se va a presentar para dar con la fórmula para entrar en tan suculenta despensa. En el corralito de Brañaseca, dentro de las alambradas de ocho hilos, estarán las vacas, las ovejas, las cabras y los caballos.

Pese a que, según afirman por Cudillero, este gran corral de alambre de púas lo va a realizar el equipo de mi buen amigo y vecino Chema, el de Malleza, que es maestro en esto de los trabajos forestales, hay que pensar que la astucia del lobo le llevará a dar con algún terreno blando, con maleza, con presas y hondonadas donde a la alimaña, con mandíbulas y patas delanteras bien entrenadas para escarbar en la tierra dedicarán alguna jornada intensiva en construirse un pasadizo o gatera -en este caso será lobera- para pasar por debajo de la primera alambrada de púas que Chema colocará bien cerca del santo suelo. Pero si ese alambre, estiman los ganaderos, no está bien sujeto -tendría que llevar hormigón para estarlo- hay grandes posibilidades de que el lobo consiga abrir pasadizo para entrar al corralito y allí ya tiene a su disposición la bien poblada despensa.

Comentando todo esto con el alcalde de Cudillero, me decía Quico que él tiene la fórmula para acabar con el lobo. Se la pedí, pero no me la ha querido dar porque él acata las decisiones del Principado -la cosa debe de andar entre las consejerías de Medio Rural y de Medio Ambiente o ambas al unísono-, pero cuando le sugerí la misma solución que se está adaptando en la llanisca sierra del Cuera, que no es otra que hacer cacerías y meterle un par de tiros al lobo que es localizado, pues Quico esbozó una sonrisa, lo que quiere decir que he dado en la diana. No obstante, el corralito de Brañaseca puede que sirva, si no hay lobos ahora mismo especializados en el movimiento de tierras, para este pueblo que lleva clamando en el desierto desde hace años con el asunto.

Los corralitos de los niños tienen ruedas para que el bebé pueda moverse a su antojo, aunque sólo sea por el pasillo de casa. Pero las vacas, las cabras, las ovejas y los caballos de los ganaderos de Brañaseca tendrán que circunscribirse, a la hora de pastar, a un territorio siempre fijo. Este gran corral de alambrada está anclado en estacas y, por tanto, es fijo. Y una de las cualidades más concretas y específicas del ganado que pasta en las sierras es precisamente su libertad, su capacidad para encontrar siempre los mejores pastos y deambula de un lugar a otro según esté el tiempo y en relación directa con el tamaño de la hierba. Aun suponiendo que los lobos no consigan entrar en el corralito me temo que la ganadería de Brañaseca ha perdido algo muy preciado para todo animal doméstico -como para el hombre-, que es su libertad de movimientos.

Aquí y ahora hay que constatar que en esta comarca de Cudillero el lobo ha vencido a la ganadería. Se construye el gran corral y aunque esté garantizada su inmunidad ante los depredadores no queda solucionado el problema para las reses de ganaderos del resto de las brañas de Cudillero, Salas y Valdés. Me temo que en todo este asunto no ha habido unidad reivindicativa suficiente entre los vecinos afectados porque se permite que se solucione el problema de una zona determinada -suponiendo que el corralito tenga éxito-, pero queda la incógnita de qué es lo que sucederá con el resto de las ganaderías de los demás pueblos de todas estas sierras. ¿Se construirán corralitos a uno por braña? Entonces quedará cerrado el monte con alambre de púas y los conservadores de la naturaleza, que claman para que no se le toque un pelo del lomo al lobo, seguramente que se callarán si los bosques y las sierras se convierten en un gran campo de concentración.

Mucha menos inversión supondría el clarificar de una vez cuál es la legislación vigente sobre la caza del lobo. Un juez de Cangas de Onís ha dictaminado que no es delito matar un lobo. Pues si no lo es -y su señoría sabe lo que dice porque si no no lo diría- autorícese a los cazadores a pegarle al gatillo y decídase que la ganadería es mucho más importante que el lobo. De lo contrario y si el corralito de Brañaseca tiene éxito vamos camino de que los montes de pasto de toda esta comarca de Cudillero, Salas y Valdés estarán plagados de alambradas. Y no hay cosa menos ecologista que un monte vallado con alambre de púas. Eso, independientemente de que los lobos seguro que impartirán cursillos para adiestrar sus propios zapadores y hacerlos expertos en abrir hueco por debajo del hilo que va pegado a ras de tierra. Chema hará su trabajo a la perfección, me consta, pero de quien no hay que fiarse es del lobo. Bien, veremos.