Vuelta a lo de siempre: el Congreso se divierte. La frase se refiere al clima de euforia de los representantes de las naciones europeas reunidos en Viena tras la derrota de Napoleón. Como le comentaba un testigo a un amigo: «Ha llegado usted en momento oportuno. Si gusta de fiestas y bailes, tendrá usted lo que desee; el Congreso no marcha, baila. Hay aquí, literalmente, una multitud real. Todos gritan: "¡Paz!, ¡justicia!, ¡equilibrio del poder!, ¡indemnización!"».

Fiesta y más fiesta mientras ya se incubaba el huevo de las nuevas revoluciones.

Lo del Congreso español es más modesto, pero no por eso deja de estar cargado de significado a nuestra escala espacio-temporal.

Bono logra la presidencia de la Cámara a la segunda votación -nunca había sucedido tal-, así que escaso de apoyo del cinturón radical que rodea a ZP, al tiempo que el PP asciende a Soraya Sáenz de Santa María, que es una forma como otra cualquiera de firmar en público el triunfo de una de las dos almas de la derecha nacional.

Los dos grandes grupos en que se divide la sociedad están en recomposición interna.

ZP aúpa a Bono porque sabe que pierde apoyos por el centro, pero su gesto no es bien recibido por el ala izquierda del partido ni por la guarnición separatista-radical.

Rajoy aúpa a Soraya Sáenz de Santa María porque, como ha ganado votos por el centro, cree que, insistiendo en la blandura, ganará más, mientras que el PP firme -Esperanza Aguirre y tal y tal y tal- está que echa chispas. Recuerdan aquellas disputas de la derecha española en los sesenta entre tecnócratas y azules: ganaron los tecnócratas, y de ahí arranca la nulidad político-intelectual de los conservadores españoles. Apenas los liberales dan la cara, pero bien se ve que están siendo arrinconados, así que nos esperan nuevas décadas de nulidad político-intelectual de la derecha.

El Congreso se divierte, y nunca mejor dicho: por ahí fuera ya se habla de un «crash» económico mundial.