Una grácil marquesina guiará el camino de acceso al centro de talasoterapia, a través del dique curvo que bordea la playa de Poniente. No estamos seguros de que sea la mejor solución introductora al balneario. En principio, esperábamos un paseo diáfano hacia él, tal vez demoliendo o rebajando significativamente la altura del espaldón de dicho dique. Total, puestos a alterar la línea costera del modo que lo hace la sólida y mostrenca fábrica del balneario, mejor darle cierto realce.

Ahora bien, no sabemos todavía cuál será la convivencia entre la talasoterapia -el mar entubado- y la playa de Poniente, o mar al natural. No sabemos si el balneario será también accesible desde el arenal, circunstancia que traería sus complicaciones, pues los alegres ventanales del edificio son un parapeto excelente para ponerse delante y, protegidos de los vientos ocasionales, crear en la zona un «tostaderu» interesante.

Es decir, «tostaderu» fuera y solárium dentro. Gratis fuera, y con tique dentro.

Pero volvemos al acceso bajo marquesina. Abortado el intento de un puente entre el balneario y el muelle central de Fomento -donde está el aparcamiento-, hubo que tirar hacia el referido muelle curvo. En realidad, dicho paso hubiera salido si, como pedían los navegantes que usan el puerto deportivo, un encargado de la cosa accionara la elevación del puente cada vez que una embarcación lo requiriese.

Puede que ello saliera demasiado caro, y ya se sabe que el balneario anda ajustando gastos a todo pasto (toma de agua cercana, toboganes menguantes, cabinas que no se abrirán de mano, etcétera). Pero el puente acabaremos viéndolo algún día, y un acceso más generoso, también. Ya decimos que, puestos a la faena, mejor hacer la cosas bien.