La Universidad se queda fuera del Ministerio de Educación. Esto sí que es novedoso. ¡Para que luego hablen del krausismo de Zapatero! Por su parte, Asuntos Sociales, que, por su propia naturaleza, tendría que estar vinculado al Ministerio de Trabajo, entra en Educación. ¿No parece esto un Ministerio monjil, que se ocupa, al mismo tiempo, de enseñanza y de aquellos colectivos merecedores, bien sea por su estado de salud, bien sea por su situación económica, bien sea por su edad, de atención social? Doña Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo, catedrática de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos, será la encargada de esta cartera ministerial fusionada.

No resulta fácil entender la decisión del presidente del Gobierno al separar la Universidad del Ministerio de Educación. Para empezar, todos los docentes seguirán formándose en el Alma Máter, y, en ese sentido, resulta, como mínimo, inquietante que se produzca una desvinculación así. Se diría que hay una voluntad difícilmente disimulable de seguir rebajando la formación del Bachillerato, que ya de por sí presenta unos indicadores manifiestamente mejorables. Mayor distancia aún entre el Bachillerato y los estudios universitarios, lo que no parece fácilmente defendible.

Y, de otro lado, si la Universidad se vincula casi en exclusiva a la investigación, las carreras «literarias», las «humanidades», no se sabe bien qué encaje podrán tener en esa nueva radicación ministerial. Perogrullesco es recordar que también hay investigación en estos ámbitos; lo que no se sabe es cómo podrá ser encauzada ante el nuevo marco en el que van a insertarse todos los estudios universitarios. Las interrogantes están en este sentido muy abiertas y nada cerradas.

Pero volvamos a la fusión que aquí nos trae. O sea, que en la cartera ministerial de doña Mercedes habrá atención para la ciudadanía en todas las edades, para abuelos y nietos. ¡Hay que ver, qué capacidad de trabajo tiene esta señora!

De otro lado, si pensamos en acrónimos, como me decía un buen amigo la noche del sábado, el resultante de esta fusión de la que venimos hablando infundiría poco respecto de entrada. Seguro que no se ha pensado en tan insignificante detalle.

Por mucho que confiemos en la capacidad de trabajo de la ministra Cabrera, no podemos no percatarnos de que esto supone una extraña mezcla. Tendrá que velar doña Mercedes por la calidad de la enseñanza que reciban niños y adolescentes y, al mismo tiempo, por la calidad de vida de nuestros mayores. En el medio, la Formación Profesional. En el medio, el problema del paro, con independencia de la edad.

Lo dicho: se diría que se ha creado un Ministerio monjil. Y que una determinación así la tomó un político que dice admirar el krausismo y el institucionismo.

No encaja, no encaja, no encaja.