o sé por qué me da que, tras las elecciones, el PP quedó un poco tocado, y en particular, Rajoy, que, algo patético, anda el hombre ofreciendo por España su cristal de Sèvres personal casi al último precio.

Y sólo hay que ver, para calibrar el asunto, los zambombazos que le han lanzado estos días -¿por estar embarazada?, ¿por ser vos quien sois?- a Carme Chacón, una mujer de armas tomar que Zapatero ha puesto al frente de la defensa nacional. Sin duda, no deja de haber en esas críticas un regusto machista. Pero no sólo eso. También exhalan cierto tufillo a boxeador sonado, es decir, que el PP (o una parte de este partido) tal vez no haya asimilado aún, no sólo el inesperado batacazo de las elecciones, sino que, en buena medida, se las han birlado porque en la actual España de Chiquilicuatre, a la que en realidad se enfrentó la envarada solidez de Rajoy, ya cabe cualquier cosa. Incluido un nuevo y sorprendente Gobierno que, según Vidal Quadras, «parece una broma», y según Rajoy, «es mera apariencia».

Pero estas críticas, sin duda sustanciosas, no dejan de ser un poco como de antes de ayer, porque la gente, esa gente mítica y con el agua al cuello a la que apela el PP mientras Cristóbal Montoro hace números, quizá pase de ellas. ¿No serán, además, la broma y la apariencia, y no el crudo realismo, lo que quiere la gente (que bastante tiene con lo suyo) para salir huyendo ante el desastre? Lo que manda hace tiempo en el mercado político, como en cualquier otro mercado, no es la conciencia, sino la impaciencia, y la impaciencia se satisface no con ideología, que es un guiso lento que les gustaría cocinar a Rajoy y sus mentes pensantes, sino con ideografía, es decir, un tentempié para ir tirando, un piscolabis de usar y tirar, como el «kleenex», que es el auténtico símbolo de estos tiempos compulsivos.

De hecho, y pese a su indudable fuerza visual, ese poderío femenil de Carme Chacón luciendo embarazo mientras pone firme a la tropa varonil quizá sea ya pasado. Las novedades se engullen hoy tan deprisa, se consumen con tal bulimia, que para salir de la situación embarazosa en que Zapatero ha metido al PP, a este partido tal vez ya sólo le quepa seguir subiendo la puja un poco a la desesperada y ofrecer al público, en sustitución de Chacón, un ministro embarazado.