Ganaderos de la parcela occidental de Asturias acaban de crear una plataforma como la constituida en el Oriente y en otras comarcas del norte de España con el fin de defender adecuadamente unos precios rentables para la leche y saber de antemano a cómo van a cobrar este producto en el momento en que lo están produciendo.

Después de que Asturias se haya convertido en un semillero de plataformas para defender el lobo, para prevenirse del mismo, para evitar la instalación de eólicos, para que se instalen, para que el urogallo no sea molestado, para que los osos no se asusten cuando hay descargas de dinamita en la reparación de carreteras, para que no se planten eucaliptos, para que no se hagan determinadas autovías, para que no se construyan depuradoras en algunos lugares, para que sí se hagan, para toda suerte de planteamientos de tipo ecológico, digo, después de todo esto, pues van los ganaderos y me imagino que con el apoyo de sus respectivos sindicatos les llega el turno a quienes viven de las vacas lecheras. Las de carne es posible que queden para otra plataforma posterior porque los problemas que tienen son también de envergadura.

En una publicación mensual a nivel regional que se edita bajo el patrocinio de los administradores de fincas urbanas -sin relación alguna con el campo- acaban de salir a la luz unas muy actuales e interesantes declaraciones de una serie de responsables de sindicatos agrarios, cooperativas y otras entidades relacionadas con el campo. Hay unanimidad en todos ellos a la hora de analizar la situación actual de la ganadería de leche y de carne y es la de que si no se adoptan medidas de urgencia habrá que ir al cierre porque no se saca ni para gastos.

Parecen ignorar los políticos de aquí y de más allá -más preocupados desde hace semanas en cuestiones estatutarias y de capitalidades- que cuando los ganaderos dejan de ser individualistas y pasan a constituir una plataforma es que la situación es de extrema gravedad. En el campo no hay mucho tiempo libre para marcharse a reuniones en las que muchas veces no se confía para nada que puedan ser prácticas. Pero ahora la cosa va en serio porque tras la creación de la plataforma del Oriente asturiano surge la del Occidente y ambas se unen a las de Galicia y Cantabria, que en esto de la leche se la juegan también.

Hace casi medio siglo el por entonces presidente de la extinta Cámara Oficial Sindical Agraria, Jesús Sáez de Miera, salía por las tardes con su equipo por los distintos concejos asturianos para ir explicando a los ganaderos sobre las ventajas que supondría el crear una cooperativa lechera -de allí nació la Central Lechera Asturiana- y me cupo el honor de acompañarlos, a título de informador periodístico, por tierras de Carreño, Gozón, Gijón y Villaviciosa. Había que tomar algo en cada casería y al final el titular de la ganadería siempre firmaba su solicitud de futuro socio, porque la situación del sector era tan dramática o más que ahora mismo, con la particularidad de que la única manifestación de gentes del campo -tras tirar muchos litros de leche en las cunetas- que se llegó a organizar arrancó de Salas y las autoridades de la época, que eran de armas tomar, dieron la vuelta a los tractores, en su marcha hacia Oviedo, a las puertas de la villa de Grado. Allí acabó la protesta. Y no se pudo decir ni mu ni pío, que son expresiones muy del campo.

Las ilusiones que había puestas en que la leche de Asturias fuese comercializada por una cooperativa de los propios ganaderos abrieron unas expectativas impresionantes. El productor pretendía recibir un precio rentable por la leche. Se creía que al eliminar intermediarios se podrían alcanzar unas cotizaciones razonables por un producto que se generaba en quince mil caserías asturianas. Después, pues pasó lo que pasó y, ahora, vuelta a empezar porque cuando se crea una plataforma es porque no se está conforme con la situación y se busca el mejorar, ya que de lo contrario el ganadero se queda en casa, que bastante tiene que hacer. De aquellos quince mil ganaderos asturianos se ha pasado a los tres mil actuales y muchos de ellos están deseando llegar a los 55 años para solicitar la retirada de su actividad y pasar a cobrar una prejubilación que sin ser nada del otro mundo por lo menos es una cantidad segura y no como la cotización del litro de leche, que nunca sabe, en el momento que lo entrega, a cómo se lo van a pagar.

Hace unos meses los ganaderos que resistieron, que se modernizaron, que hicieron inversiones, que se adaptaron a la nueva dinámica del sector tras la brutal reconversión ganadera generada desde Bruselas -ya salió Bruselas, vaya por Dios-, comenzaron a respirar un poco tranquilos porque los nuevos precios de la leche parecía que se acercaban más a la espectacular subida de costes de producción -gasóleo con el cincuenta por ciento de aumento, piensos con otro tanto, maquinaria, etcétera-, pero eso duró menos que un paquete de caramelos en la puerta de una escuela a la hora del recreo.

Algo muy serio está ocurriendo cuando el ganadero asturiano, al que siempre se le tildó de individualista, sale de casa para engrosar la lista de una plataforma para defender un precio rentable para la leche. Hay que confiar, por el futuro del sector -mejor se diría por el presente ya-, que esta plataforma ganadera tenga éxito en todas sus gestiones. Nace con fuerza, con ímpetu, conociendo perfectamente sus objetivos. A esta plataforma, si me admiten, sí que me apunto. Por muchas razones, pero sobre todo por solidaridad. Y hace ya mucho tiempo que no atiendo vacas. Pero a veces aún ayudo a quien las tiene y conozco su esfuerzo y su trabajo siempre con semanas de siete días y jornadas de sol a sol.

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