Lo primero toca en junio de este año. De esa batalla acaba de desengancharse la presidenta madrileña. No le salen las cuentas. Consciente de que la democracia es recuento, además de debate, pero sobre todo recuento, echa en falta al menos 600 avales. Por tanto, se descarta como candidata y, al igual que el resto de los «barones», compromete su apoyo a Rajoy en el congreso del mes de junio en Valencia.Lo segundo toca unos meses antes de las próximas elecciones generales, cuando reglamentariamente debería celebrarse un nuevo congreso nacional del partido. No es segura su celebración. Podría aplazarse, precisamente por la inminencia de unas nuevas elecciones generales, como ocurrió con el que va a celebrarse ahora, aunque debía haberse llevado a cabo en vísperas de las pasadas elecciones generales. Eso, por un lado. Por otro, conviene recordar que el candidato del PP a la Moncloa no sale de un congreso del partido, sino de su junta directiva, que es el órgano depositario de la voluntad del partido entre congreso y congreso.Este segundo escenario -el futuro de la nominación del candidato a Moncloa, no el presente del liderazgo del PP-, es el elegido por Esperanza Aguirre para intentar desalojar a Rajoy como aspirante y a Zapatero como titular del poder. Y en eso está pensando cuando invoca el refrán «nunca digas de esta agua no beberé» en referencia a un eventual paso al frente para ser candidata a la Presidencia del Gobierno. La parte oscura de esta posición es que necesita alimentarse del fracaso de Rajoy.Largo me lo fiáis, pensarán ustedes. Correcto. Faltan tres años y una serie de procesos electorales que Rajoy debe ir salvando sin revolcones si quiere llegar sobrado a la nominación. En caso contrario Aguirre, que seguirá utilizando la Comunidad Autónoma de Madrid como su propia plataforma de oposición al Gobierno central, dará el paso que ahora no ha podido dar porque las cuentas no le salen (avales) y porque, aunque le salieran, tiene poco sentido intentar el salto a la Moncloa sin estar presente en el Congreso de los Diputados.Lo dicho: la «lideresa», en fase de repliegue táctico, se reserva para dentro de tres años, pero necesita que Rajoy se estrelle en las urnas: gallegas, vascas, europeas, catalanas, autonómicas y municipales. Demasiada tela por cortar.