Norman Foster se va a vivir a Suiza, concretamente a un castillo del siglo XVIII. Es obvio, pues, que no lo ha diseñado él. Hay edificios de Foster en los que a uno no le molaría vivir, y puede que a su autor tampoco; suelen tener demasiados pisos. Pero un castillo suizo es otro cantar. En la misma página lees que un magnate del petróleo, de fortuna incalculable hasta para Forbes, vive en Suiza. Demonios, alguna vez ya ha habido ocasión de echarle en cara a Orson Welles su famoso sarcasmo sobre los suizos y el reloj de cuco. Demasiado simplista. A propósito de los suizos, Borges escribe en Los conjurados: Son un cirujano, un pastor o un procurador, pero también son Paracelso y Amiel y Jung y Paul Klee. En Suiza vivió Chaplin, que se llevaba diez días con Wittgenstein (abril de 1889 en ambos casos). Entre uno y otro nació Hitler, pero esa es otra historia. Es conocida la foto colegial en la que Hitler y Wittgenstein posan con sus compañeros de clase; también lo es la teoría sobre la envidia y el resentimento que Hitler había sentido en esos días hacia aquel chaval tan brillante, al que todo se le daba bien. Eso pasa en muchos sitios; la excelencia es una provocación para quien la envidia. Tengo una amiga a la que se le da muy bien el aerobic; sus compañeras de curso la miran mal: eso es la vida misma.

Ahora hay vuelo entre Asturias y Ginebra, la ciudad que Borges eligió para morir- está claro que se puede elegir Suiza para cosas muy distintas. Y Suiza y Austria se pondrán muy de moda con la cercana Eurocopa. Dijo Luis Aragonés en la tele que, dado el mucho dinero que el fútbol mueve, los futbolistas que ganan mucho deberían ganar más. Es una teoría discutible.

Wittgenstein ganaba menos que un futbolista; la mujer que interpeló a Luis Aragonés, también. Al final siempre sale el dinero a relucir. La fortuna de Foster, a diferencia de la del magnate petrolero, sí es puesta en números: 250 millones de libras.

La conclusión es obvia; si quieres dinero tienes que moverte donde el dinero se mueve y nadie pondrá nada en cuestión. Cuando le tocas la bolsa a la gente es cuando hay protestas, me decía la señora que se encarga de mostrar a los visitantes el castillo de Torrelobatón, ahora convertido en Centro de Interpretación del Movimiento Comunero. Carlos I pidió demasiada pasta demasiado pronto, y se montó una rebelión que fracasó. Ganaron quienes más tenían. Nihil novum, etc.