Ayer, jueves, arrancó el novedoso plan de transporte público a la vertiente canguesa del parque nacional de los Picos de Europa. Incido en lo de novedad, al haber entrado el servicio del plan de acceso al espacio protegido por primera vez a lo largo de un puente que, sin lugar a dudas, traerá a la comarca del Suroriente a un buen número de turistas, preferentemente de la comunidad de Madrid. Tan sólo falta que, al contrario que en la pasada Semana Santa, la climatología sea mucho más benévola y los visitantes puedan disfrutar durante estas fechas de cuanto ofrece la zona de los Picos de Europa, con visita inclusive a los maravillosos parajes de los lagos de Covadonga, aunque sea utilizando la ofertada lanzadera turística.

Poco a poco, van quedando atrás los escollos que preveían el descalabro del plan de transporte, promovido desde el Gobierno regional y apoyado en todo momento por el Ayuntamiento de Cangas de Onís. Pese a que todavía se puede mejorarlo bastante más. Las zonas de estacionamiento creadas en los últimos tiempos en la ruta de Covadonga, así como el macroparking de El Lleráu, éste en plena urbe canguesa, vienen puliendo lo que debe ser un servicio de transporte público a un parque nacional en toda la regla. Eso sí, aún se registran en épocas muy puntuales colapsos circulatorios en esa carretera que une Soto de Cangas con el real sitio de Covadonga.

No sé hasta qué punto las autoridades eclesiásticas asturianas estarían por la labor de sumarse al otrora polémico plan de transporte. Digo sumarse, pues de todos es bien conocido que el santuario mariano de Covadonga, uno de los más visitados del país, se encuentra dentro de los límites del parque nacional de los Picos de Europa. A la vista está la escasez de placas de aparcamiento en la parte alta del real sitio, por lo que en absoluto tiene sentido dejar subir los turismos para, seguidamente, hacerles girar en dirección descendente por la carencia de estacionamientos libres. ¿Por qué no se estudia la puesta en marcha de otro servicio similar, en este caso para microbuses o taxis, sólo a Covadonga e igualmente en épocas de máxima afluencia turística? Más tarde o más temprano, la peatonalización de la explanada alta del santuario será un hecho palpable.

Mientras se deciden unos y otros por el remonte a ubicar en el punto «estrella» -léase finca «Les Llanes», a la misma entrada del parque nacional-, la Iglesia asturiana, al menos sus máximos responsables, debería ir pensando en aplicar el plan de acceso en transporte público al santuario. No todo el año, únicamente en fechas puntuales, como acontece con la subida a los Lagos. Ni más ni menos. Y sin que se viesen afectados los automóviles de aquellas personas que trabajan en el real sitio, ni tampoco los huéspedes del Gran Hotel Pelayo. Subir por subir no tiene sentido y menos cuando no suele haber plazas libres en la zona alta de Covadonga. Quizá éste sea el momento de experimentar con el transporte público, sin problematizar en ningún instante la vena religiosa de uno de los principales centros neurálgicos del Principado de Asturias.

El plan de transporte público a los Lagos, con independencia de la firma que lo gestione -hoy, el Consorcio y ¿mañana?-, es lo que hay. Tiene, cómo no, detractores, pero también benefactores. Insisto, puede y debe ser mejorado. Además, el Ayuntamiento de Cangas de Onís tiene que exigir, en su faceta de ente municipal, a un lado las infraestructuras creadas por las administraciones regional y central. Cierto es que existen otras alternativas, pero «chocan» frontalmente con las políticas del PSOE. ¿Me vienen siguiendo? Ahí va la más descollante: el tren de cremallera a los lagos de Covadonga, ideado en su día por el Gobierno de Sergio Marqués, un remonte que sería la panacea para el sector turístico de la comarca del Oriente. Puedo imaginarme dónde estaría la terminal de llegada, en el área de Buferrera, aunque dejo al libre albedrío su punto de salida (Llerices, Corao...). Y es que soñar no cuesta nada.

Por eso, vistas así las cosas, me produce controversia las disyuntivas sobre el modelo de remonte para Les Llanes, dentro del espacio natural protegido, con el beneplácito de los dirigentes socialistas y en conveniencia (?) de la Iglesia asturiana. Aún más, de llevar el flujo turístico a través de un tren de cremallera -con el permiso del PSOE- a los lagos de Covadonga seguro que se atajarían todos, o casi todos, los problemas de circulación rodada, tanto al parque nacional como al real sitio. ¿El último obstáculo a salvar? Dotar al valle de Cangas de un espacioso macroaparcamiento, en el mismo lugar del que arrancaría el ansiado tren cremallera. Ésa, y no otra, debería ser la «bandera» a tomar por aquellos sectores -sin entrar en ideologías políticas- que persiguen la desestacionalización turística de la comarca del Oriente. Aquí, salvo algo excepcional, el futuro de la zona se basa en el turismo, sea con plan de transporte en bus o con un remonte mecánico.