En lo tocante al amontonamiento de lo público y lo privado, un mal endémico en la política española, estamos curados de espanto. Quienes conocen la trampa volverán a burlarse de quienes hicieron la ley ¿O son los mismos, como sugiere en viejo refrán español? La pregunta está justificada. En un periódico muy próximo al Gobierno leemos que la ley de Incompatibilidades se pensó para garantizar la imparcialidad de un alto cargo público en el ejercicio del mismo. Cierto, pero no sólo. Se trata de extender la garantía durante los dos años siguientes al cese oficial. La reserva, a balón pasado, está cargada de lógica para evitar que este tipo de «fichajes» se conviertan en un pago de favores. La ley es muy clara. Durante esos dos años está prohibido ocupar cargos en «empresas o sociedades relacionadas con las competencias del cargo desempeñado». Es de inequívoca aplicación a David Taguas, que cesó hace una semana como director de la Oficina Económica de Moncloa y este miércoles fue nombrado presidente de Seopan (Sociedad de Empresas de Obras Públicas). Es decir, de consejero económico de Zapatero a gran jefe del lobby de la construcción en siete días.

Taguas ha guardado las formas, al dirigirse al Ministerio de Administraciones Públicas para que el Gobierno diga si incurre o no en incompatibilidad legal. Por tanto, el fichaje de Taguas por los gigantes de la construcción, a los que se adjudica nada menos que el 70% de las obras públicas, está pendiente formalmente de que el citado Ministerio dictamine sobre su legalidad.

No faltarán quienes vean en el nombramiento de Taguas un nexo saludable entre el Gobierno y el sector de la construcción, dos palancas decisivas en la reactivación económica. Más que un conflicto de intereses entre lo público y lo privado, puede ser considerado entonces como un positivo elemento de coordinación de iniciativas en las dos esferas.

Tampoco faltarán quienes consideren el nombramiento de Taguas ajustado a la legalidad, al menos a la letra. Está el precedente Timmermans, que también salió de Moncloa para fichar como delegado de Telefónica en Estados Unidos. Como le afectaba la ley de Incompatibilidades, finalmente no le contrató Telefónica sino una filial de Telefónica.

En el caso de David Taguas alguien puede tener la ocurrencia de alegar que Seopan no es una empresa de la construcción, sino un lobby de empresas de la construcción. Una vez más, la moraleja de una eterna duda metódica: ¿Los goles se los meten al Real Madrid o sólo a Casillas?