Anda la villa, y con ella casi todos los gijoneses, en un ¡ay!, conteniendo la respiración para que el equipo de fútbol local siga en racha y logre el ascenso, que tiene, según parece, al alcance de la mano.

Y a la hora de reconocer méritos hay un nombre que suena en boca de todos. Es el del joven croata Mate Bilic, que al paso que va acabará convirtiéndose en más gijonés que los mismísimos leones de la fuente de Pelayo. No voy a ser yo quien ensalce sus proezas deportivas. «Doctores tiene la Iglesia?», y uno no ha sido nunca excesivamente futbolero, por más que tampoco descarte a estas alturas de la fiesta el dejarse contagiar por el entusiasmo de un acariciado ascenso.

Quisiera destacar, sin embargo, otros méritos de este incipiente héroe del deporte local, que han llamado mi atención tanto o más que su habilidad con el esférico.

Hace un par de semanas, cuando nuestro delantero tuvo la mala suerte de lesionar de forma involuntaria a un jugador de un equipo rival, dio una lección pública de caballerosidad y de algo más. Se presentó al día siguiente en el Hospital de Cabueñes para visitar y acompañar al lesionado, y, de forma natural, como quien ofrece algo querido y preciado, le entregó un rosario.

El pasado sábado El Molinón vibró con el gol de la victoria, conseguido por Bilic en el último minuto. Nuestro hombre, entusiasmado por el éxito, se despojó de la camiseta rojiblanca, para mostrar bajo ella otra con la imagen de la Virgen de Medjugorje, a la que, con un beso, ofreció el triunfo de la tarde. En esta pequeña aldea croata existe un santuario dedicado a la Virgen María, reina de la Paz, que recibe la visita anual de miles de fieles. Aunque la Iglesia no ha reconocido en ningún momento las supuestas apariciones de la Virgen en esta localidad, sí ha legitimado el culto mariano que allí se tributa con tanta validez como en cualquier otro lugar del mundo. Preguntado el futbolista por su dedicatoria dio una explicación concisa: «Soy muy católico».

Estos gestos sencillos y naturales, salidos de un deportista con una carrera en pleno ascenso, parecen querer personificar las palabras de Juan Pablo II en su última visita a España: «Se puede ser joven y moderno, y a la vez profundamente fiel a Cristo».

En un ambiente como el que nos rodea, marcado tan a menudo por un laicismo beligerante e intransigente, resultan reconfortantes gestos como el de Bilic. Estamos ante un «crack» de la coherencia, un «figura» de lo políticamente incorrecto, y un «delantero» de sus convicciones. Con sus gestos nos ha recordado que para el auténtico creyente es imposible aislar la fe de cualquier faceta de su vida, incluida la pública, porque es esa fe la que llena y da sentido a todo.

Gracias, Bilic, por el ejemplo que nos has dado a tantos católicos que optamos por vivir nuestra fe, la mayor parte de las veces, atrincherados en la tibieza y la comodidad. Nos has demostrado que tal vez vale más un gesto sincero y natural de los tuyos que muchas de las horas que dedicamos a reuniones cuyo objetivo principal es planificar las siguientes reuniones. Tu valentía vale más que los sesudos, en el mejor de los casos, debates de tantos consejos de Pastoral, comisiones parroquiales, secretariados o delegaciones, y demás parafernalia que utilizamos más que nada para autojustificarnos pensando que no paramos de trabajar por la evangelización.

Nos has recordado que todo es mucho más fácil, y está al alcance de nuestras manos cada día que amanece. Tan fácil como vivir reconociendo en cada acontecimiento de nuestra vida la gozosa presencia del Señor, y de su Madre. Dicen que uno de los temas más votados en la encuesta realizada para preparar el sínodo diocesano en marcha es la presencia pública de los católicos, así que yo aconsejaría a los responsables diocesanos que te ficharan como sinodal. Que el Señor, por intercesión de Santa María, reina de la Paz, te bendiga y te conceda una larga y feliz vida; sin que resulte menos larga la permanencia del Sporting en esa Primera División que parece estar a punto de alcanzar. Y que usted, sufrido lector, y un servidor lo veamos.