Ya lo traté, al menos, en otra ocasión: ¡qué felices son aquellos que no leen el periódico, porque de nada se enteran! Hay una reciente encuesta -no me hagan hablar de cifras relativas, porque no entré en el fondo de esa cuestión- donde se afirma que los consumidores de internet, no obstante, leer prensa escrita a través de ese medio informático, dicen gustarles más el tener el periódico físico en la mano. Bueno, pues yo, infeliz de mí, soy uno de esos granitos de arena que, no obstante, estar al tanto de las noticias a través de un «ordeñador» -no se rían, lo ordeño, lo exprimo, hasta dejarlo exhausto-, incuestionablemente, me ensucio todos los días las manos leyendo «negro sobre blanco». ¡Porque mira qué dejan tinta en el camino! Y, claro, entre el papel físico e internet, me entero de cada cosa?

El pasado día 8 me llamó la atención una noticia publicada por LA NUEVA ESPAÑA y que firma Pablo Castaño, en la que un? ¿conductor? -entiendo que es tal cuando está autorizado para llevar un vehículo de tracción a motor-, en menos de veinte horas, fue detenido por la Policía Local de Langreo circulando sin carné. Pero, ojito, la ausencia de tal documento no significaba que lo tuviese guardado en su mesita de noche. No, era porque carecía del mismo. Además, ¡oiga, como si fuese una coña!, la segunda vez se da a la fuga y, naturalmente, como no sólo carece de carné, sino que, además, no sabe llevar el coche, termina estrellándose: el joven, de 34 años, vive en Carbayín. Bueno, la noticia la remata muy bien el periodista, contando que, el día 3 de mayo, la citada Policía Local también detuvo a otro mozo conduciendo una motocicleta igualmente sin carné y también era vecino de Carbayín.

Y, digo yo: ¿qué atractivo tiene Langreo para que los jóvenes indocumentados del concejo de Siero vengan a hacer el indio a Langreo? Yo conozco, de primera mano, una vieja historia de dos ovetenses en la que uno representaba el papel del «hombre coñón» y el otro era un serio profesional de la cabeza a los pies. Así que el primero le dice al segundo que está en duda si pedirle o no un favor. El segundo, poco agraciado en sus facciones, pero amigo de sus amigos, le dice que no lo dude y que para eso está él. Así que el primero, simulando vencer la falsa timidez, le dice: «Verás, es que la próxima semana es Carnaval y quería pedirte la cara prestada para hacer el ridículo en La Felguera». La historia, además de ser real, sucedió hace casi cincuenta años y el primero de ellos ya dio cuenta a Dios de sus buenos y humorísticos actos.

La verdad, no entiendo a susodichos mozos con eso de ir a hacer prácticas de conducir a las calles de Langreo. En mis años de joven, porque lo fui, lo que íbamos realmente era «a cantar a Sama». Sin duda, vamos a peor.