Mohamed al Fayed dice que se irá a vivir a Escocia si consigue la independencia (Escocia, no él, que la independencia económica la tiene demostrada). Por de pronto, ya posee una finca de 26.000 hectáreas allí. (Es mucho terreno, aquí en España hacen falta unos cuantos incendios veraniegos para consumirlo: lo consumen). Hay un documental sobre un concierto de «R.E.M.» en Stirling (Escocia, naturalmente) y ves un monumento a William Wallace y te quedas tieso. Se parece un montón a Mel Gibson-«Braveheart». El monumento es anterior a la peli, claro está. Wallace y sus hombres le dieron una paliza a las fuerzas inglesas cerca de Stirling y, como consecuencia de esa victoria, se hicieron con el castillo de la localidad. En el castillo precisamente fue donde «R.E.M.» dio su concierto. Mucha lluvia y mucha cerveza. Había un montón de peña en los pubs coreando «Losing my religion», jarra en mano. Tuvo tirón «Braveheart», y nadie puso objeciones, que uno sepa, a que un australiano encarnara al héroe escocés. Es de suponer que Sean Connery lo hubiera hecho encantado, pero ya estaba un poco mayor para el papel. Sean Connery, a su vez, hizo de inglés a bordo de un Aston Martin diciendo «mi nombre es Bond». Cosas. Algo parecido pasó aquí, cuando un actor de nombre Mortensen fue encargado de personificar al soldado español de los Tercios. Wallace, como es sabido, acabó mal, y las crueldades de su muerte no son para poner ahora por escrito, la verdad. No apetece.

Australianos había también en una particular competición llamada City Chase, en la que los participantes tienen que correr por una ciudad -Roma, en este caso- pasando pruebas como ganarse treinta euros en piazza Navona sin poder hablar, o lanzar unos cuchillos al modo de los antiguos gladiadores. Había españoles también, y muy competitivos (llegaron a ir los primeros), aunque no cesaban los pobres de quejarse de las barreras idiomáticas. Uno de ellos bailaba en medio de la plaza para conseguir los dichos treinta euros; los concursantes ingleses encontraron la solidaridad de un turista y compatriota que les echó un cable. Aquí, en Gijón, hubo una París-Dakar, ¿se acuerdan?, que no era tan internacional, pero tenía su punto. Aquí, en Gijón, se van a hacer menos pisos (cuestión de euros también). Aquí, en Gijón, ha muerto un joven peruano en circunstancias por aclarar, y te llama una amiga que lo tuvo por alumno y está muy afligida. El dolor de unos pocos, la indiferencia de los más. Lo de todos los días.