El problema que estos días afecta a la derecha española no es de personas, sino de ideologías, Un estudioso del tema asegura haber contado en 1978 más de treinta partidos conservadores perfectamente legalizados. Todos, casi todos, se fueron integrando en el hoy denominado Partido Popular. Desapareció aquella sopa de letras que eran las siglas y todo quedó escuetamente reducido a dos: PP.

En Francia lo tienen más fácil los conservadores. Con Sarkozy (centro-derecha) o con Le Pen (derechona como le gustaba decir a Paco Umbral).

En el Partido Popular muchos militantes conservan las raíces con las viejas consignas de las viejas ideologías. Se juntan los procedentes de Fuerza Nueva, con el Círculo Español de Amigos de Europa, de la Alianza Apostólica Anticomunista y los Guerrilleros de Cristo Rey. Aglutinar esa masa de conservadores es difícil empeño y pareció que en Génova 13 se había conseguido. Pues, no.

Se olvidaron de cómo había acontecido la desmembración de la UCD con la lucha de la baronía entre ellos. Yo oí decir, dándose importancia: «Nosotros no tenemos barones, somos una piña». Pues, sí. Ustedes tienen barones que desconciertan a la militancia de base con los pataleos convulsivos de estos días. Claro que tienen barones y lo malo es que todos pretenden ser líderes.

Rajoy está esperando que alguno dé un paso al frente para descalabrarlo. (Aclaro que electoralmente). En toda colectividad se encuentran barones. Hasta en las mejores familias. Unas veces es el primogénito, otras el benjamín; el niño mimado de papá y mamá.