Los términos alquimista y gótico tienen un perfecto pegamento histórico y en ocasiones una acertada rima literaria.

En Avilés, donde los monumentos de arquitectura gótica reúnen sus mayores efectivos es en La Ferrería, la antigua calle mayor medieval. Pasear por ella es meterse en el túnel del tiempo y con algo de entusiasmo por tu parte, te plantas de golpe en históricas épocas en las que Avilés tenía el mayor puerto del norte de la España atlántica «desde la desembocadura del Miño al Bidasoa», como tiene escrito Juan Ignacio Ruiz de la Peña.

En la calle y aledaños están ancladas dos capillas góticas y un palacio: el de Valdecarzana, donde estos días se exhibe documentación sobre la trayectoria creativa de Paulo Coelho. El escritor brasileño ha venido de la mano de la Fundación Niemeyer a celebrar mundialmente, aquí en Avilés, el vigésimo aniversario de la edición de su gran éxito editorial «El alquimista».

En la planta baja del gótico Valdecarzana y desde la puerta acristalada derecha, hacia la que Coelho tensa un arco con flecha, alcanzas a divisar la plaza del Marqués de Casa Quijano, frente a la que se está comenzando a levantar el Centro Niemeyer, a la otra margen de la ría avilesina.

Yo no entro en si usted ha leído o no a Coelho, y si habiéndolo leído le ha puesto un poco, un mucho o ha pasado de él. No es ése el objeto de este escrito, aunque este caballero lleve vendidos unos 100 millones de ejemplares de sus obras. Lo que lo califica como un alquimista en esto de juntar palabras.

Ya digo que no entro en la valoración de su obra, sino en la proyección mundial que la misma tiene. Porque? cada loco con su tema, contra gustos no hay disputas, cada uno es como es, cada quién es cada cual y baja las escaleras como quiere? según canta Joan Manuel Serrat. Aunque yo creo que hay bastantes que las bajan como pueden, que no es poco.

El objeto de este escrito es dar fe de un nuevo aldabonazo, que convierte a esta ciudad -y en este caso concreto- en un referente mundial editorial de muchos quilates. En el verano pasado ya hubo un rodaje cinematográfico de Woody Allen, en el casco histórico, y la presentación de otra película suya en primicia mundial- aquí en Avilés, amén de la reunión -en diciembre de 2007- de representantes de los ocho principales centros culturales del mundo. Se está haciendo camino al andar, el sabio consejo rimado de don Antonio Machado.

Y caminando por la gótica calle de La Ferrería y mirando hacia el fondo de la estrecha calle de Los Alfolíes, también se puede ver parte de la parcela donde han comenzado las obras del Centro Internacional Niemeyer.

Confieso que a mí este asunto de la catedral cultural de San Oscar Niemeyer, me parece cada vez más gordo. Grueso, mejor dicho, por hacerle justicia a Natalio, que a estas alturas del relato, casi todo el mundo sabrá quien es.

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