Foucault decía que el Estado moderno necesitó sistematizar medidas de represión y estigmatización del diferente y del disidente para lograr mejor su objetivo, así creó, primero, la prisión para los delincuentes comunes; como esto no era suficiente, inventó, luego, el manicomio y tachó de locos a todos los que no estaban de acuerdo; así, los manicomios pasaron a albergar no sólo a los que, entonces, se llamaban tarados, sino, también, a los extraños, a los que elegían su propio camino, a los que no seguían la borregada y pronto a los que no estaban de acuerdo.

Hoy en día el modelo ha quebrado, hemos vuelto a no saber diferenciar al loco en sí, el loco real, del loco jeta y fingido, del que quiere vivir sin dar un palo al agua, aprovechándose de los demás y riéndose de ellos; como no hay manicomios, su lugar ha sido ocupado por la televisión; mientras los enfermos de verdad siguen en sus casas sin recibir la adecuada atención médica, suponiendo una carga para sus familias sin que nadie les ayude, los locos fingidos, los que dan asco, los que no sirven para nada bueno, encuentran su acomodo en las pantallas.

«Gran Hermano» es algo así como el manicomio de los pijos, los VIP, que se alojan allí; este año no tiene desperdicio, una señora de 70 años, que en lugar de echar una mano a sus hijos en tiempos de crisis e hipotecas leoninas, prefiere pasearse en bragas por las pantallas haciendo el ridículo; un andrógino y una enana -lo siento, no trago eso de decir de corta estatura o alguna chuminada así-, ¡ni que el «casting» lo hubiese hecho Jodorowsky! En la misma cadena -o nunca cagar fue tan rentable, y perdonen la grosería, pero no se me ocurre otra forma mejor de definirla- acude una semana el chorizo número uno de España, don Luis Roldán, a pedir perdón por sus pecados -eso sí, los prescritos- para, a continuación, decir que él no hizo nada y que estuvo torturado en la cárcel, que su sueldo vendiendo seguros -yo personalmente me fiaría al cien por ciento de él para contratar una póliza- no le alcanza para seguir con sus orgías, comprando chalés y demás... y que pide ayuda al ciudadano; a la siguiente semana el que se llena los bolsillos es el porcino ex alcalde de Marbella y amante de la tonadillera peluda para decir exactamente lo mismo que la otra rata, que él no hizo nada, que aunque tiene ciento y pico causas abiertas él es inocente, que quiere seguir sirviendo al ciudadano -o mejor, sirviéndose de él-, que todo es una conspiración y que el Niño Jesús a su lado es un canalla.

Éstos son los espacios para la gente VIP, los más vulgares tienen que acudir de manos del gran basurero Jordi González a vomitar sus penurias al resto de programas de la cadena, cobrando poco más que un bocadillo y la papelina del día; por ejemplo, la tal Violeta Santander, a contar lo mucho que le gusta que su novio la hostie, lo malo que fue Jesús Neira por intentar defenderla y que está muy molesta porque el Gobierno no la llama por teléfono, ¡anda, bonita, púdrete y por ahí te caneen! Una supuesta prima de doña Leticia se asoma en televisión a pedir a su prima ayuda, si de verdad crees que te puede ayudar por ser tu prima la llamas por teléfono, si lo que quieres es que te ayude porque es la princesa, pues cometes un delito, con ayuda de Telecinco y demás y demás y demás?

Si Foucault levantara la cabeza.