Las últimas previsiones del FMI anuncian lo que se intuía: que España saldrá de la crisis más tarde que los demás. Si dicho organismo pronostica crecimiento para economías emergentes (China, India o Brasil) o mejoras débiles para EE UU (dudoso: los últimos datos de paro muestran una gran destrucción de empleo, lo que lleva a algunos a demandar un segundo plan de estímulo), aquí no hay paños calientes: decrecimiento del 4 por ciento este año y cercano al 1 por ciento en 2010 (aún lejos de las previsiones de bancos de inversión y algunos economistas? que no ven freno a la caída hasta 2012).

Y es que, pese algunas buenas-falsas noticias, como el descenso del paro registrado en 80.000 personas durante abril-mayo (no hay que olvidar que se trata de un registro donde no se contabiliza el «efecto desánimo», mientras indicadores más fiables -como el número de afiliados a la Seguridad Social- siguen mostrando caídas), otros movimientos sugieren que algunas cosas no andan tan bien como hacen creer. Por ejemplo, la aprobación del FROB (Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria) en el Congreso.

El país con el «sistema financiero más sólido del mundo» ha creado un fondo de rescate de 9.000 millones de euros, ampliable a 90.000 más (ante la caída de ingresos del Estado, estas cantidades sólo se lograrán con endeudamiento? siempre que puedan colocarse todas las emisiones de Deuda Pública española, cada vez menos valorada). Si estas entidades eran tan buenas, ¿por qué esas prisas? ¿Temen que la morosidad se coma las provisiones y haya pufos como el de Caja Castilla La Mancha? ¿Hay que actuar porque igual es verdad lo que ha explicado una firma de análisis independiente: que bancos, cajas y Gobierno no han sido transparentes, «ocultando la porquería del ladrillo debajo de la alfombra»? Que no nos pase nada.