Esta «Semana negra», con su mascota «el Rufo» en versión de cátedro universitario -nacido a partir de la habitual mano maestra de Enrique Herrero-, tiene varios nietos. Y no me refiero a que los niños que disfrutaban en los cacharritos de la feria allá por el 90 ya estén en condiciones de ser padres -y madres, según es tan del gusto actual añadir a las ya abuelitas de «les Comadres»- y que ya tengamos otra generación nueva dispuesta a cumplir con los ancestrales ritos del churro, el libro, los caballitos y hasta la firma de las diversas hojas de adhesiones a las múltiples causas que lo merecen, que también.

No. Los nietos a los que me refiero son otros. Veamos. Tenemos a doña Marina Taibo, nieta del recientemente desaparecido Paco Taibo I, periodista de pro con calle en Gijón, convertida a su vez en reportera gráfica, agitadora de la cultura y de las causas solidarias, tan en la línea de la saga familiar; hemos tenido a David Camus, nieto de Albert Camus, el autor de «La Peste», devenido él a su vez en autor literario de apreciable talento, y tenemos a Jorge Belarmino Fernández Tomás, nieto de Belarmino Tomás, el líder político asturiano que fue clave en período tan grave y convulso de la historia asturiana y española, que viene de su México natal con un nuevo libro bajo el brazo donde esboza la personalidad de su abuelo a partir de su proximidad genética.

Ello quiere decir que la «SN» ya es cuestión histórica a su vez. Casi como los fuegos artificiales de agosto o la Feria de Muestras. Sus polémicas -tantas veces ficticias, como corresponde a la estación veraniega en que se desarrolla- forman parte del mismo paisaje local estacional que las provocadas por las terrazas hosteleras, la ocupación de nuestros hoteles o las retenciones en el de tránsito de vehículos con sus operaciones de entrada o salida.

Probablemente debido a mi lentitud de raciocinio, he sido consciente este verano por vez primera de un hecho que podría ser preocupante: tal parece que nuestras autoridades locales se han olvidado de la importancia del evento en sus justos términos, convirtiéndolo sencillamente en la prestación rutinaria de un servicio municipal más, como los autobuses o el alumbrado, importantes y claves, pero con reglas tasadas y medidas. La reflexión llegó a partir de un artículo publicado el pasado domingo en el boletín semanero «A Quemarropa», por Paco Camarasa, importante librero y sensacional divulgador cultural barcelonés. Allí se manifiesta por enésima vez el intangible valor añadido de la «SN», lo que la hace diferente y necesaria. Recomiendo su lectura a los munícipes todos.

La planta que no se cuida, se agosta, por florida que esté; pero también se estropea la que no recibe el cuidado específico y adecuado que merece su especie: no es lo mismo el cactus que el lirio o la coliflor; como tampoco se debe mezclar la «Semana negra» con la seguridad ciudadana. A ver si nos aclaramos.