El Gobierno del Principado de Asturias ha lanzado una campaña publicitaria sobre los atractivos gastronómicos de esta región por medio de unos carteles en los que puede verse al oso «Yogi» a punto de zamparse un suculento plato de fabada mientras su pequeño compañero «Boo-Boo» escancia una botella de sidra ante otro plato de lomos de pescado. Como seguramente sabrán muchos de los asiduos a los programas de televisión para niños, «Yogi» y «Boo-Boo» son dos personajes de los dibujos animados a los que se sitúa viviendo dentro de los márgenes del parque natural de Jellystone, en los Estados Unidos de América.

Los osos, sean de verdad o de ficción, son animales con fama de glotones pero, que se sepa, no incluyen la fabada y la sidra en su dieta habitual. No obstante, los publicitarios al servicio de las autoridades asturianas se han apropiado de su imagen para relacionarla estrechamente con la región y hacer de ella una marca de atracción turística. El mensaje implícito sugiere que para ver osos y comer bien hay que viajar hasta el Principado de Asturias. La idea es relativamente original, pero no deja de ser una exageración publicitaria un tanto oportunista. En todas las regiones del Norte, aledañas con la cordillera Cantábrica, abundan más los buenos restaurantes que las colonias de osos, muy perjudicados en su hábitat por el avance de la población humana y por las redes de carreteras y vías de ferrocarril que limitan cada vez más sus desplazamientos.

La escasez de ejemplares hace temer por el futuro de estos animales, pero el Gobierno del Principado tomó en su día la iniciativa de utilizarlos como reclamo turístico creando la llamada Senda del Oso entre las localidades de Proaza y Teverga. En esa zona se levantó un cercado y dentro de él se recluyó a dos ositas huérfanas («Paca» y «Tola») para que los visitantes pudieran ver los osos prometidos y les hicieran fotos. Años después, y con vistas a ampliar el negocio seudoecologista, se trajo un oso («Furaco») de origen esloveno, cedido gentilmente por el inefable presidente de la comunidad de Cantabria, para ver de cruzarlo con alguna de ellas. El cortejo de «Furaco» fue objeto de atención preferente en los medios asturianos durante meses, pero el embarazo no llega. A falta de confirmarlo, lo que sí nos llega es este cartel de dos osos de ficción comiendo fabada y bebiendo sidra.

Al margen del imparable proceso de sustitución de la realidad por la fantasía publicitaria, lo que menos nos gusta del anuncio es su lema, que nos parece un tanto hortera. «Practica el Paradising», dice, apuntándose a la moda de maltratar la lengua española mediante la conversión de vuelo en «vueling» o de coste en «costing». Ya habíamos aceptado el lema publicitario de «Asturias, paraíso natural», ¿a qué viene ahora lo de «paradising»? Como vulgarmente se dice, no hagamos el oso.