El gran Albert Einstein nos dejó escrito «no debemos pensar que nuestro tiempo pasó. Mientras aquí estemos, siempre habrá algo que aprender y mucho por hacer».

Es el maltrato del presidente Zapatero al Principado de Asturias, son los continuos engaños del ministro de Fomento, José Blanco, es la apatía del presidente autonómico, Vicente Alberto Álvarez Areces, y un sinfín de cosas más las que empujan a mostrar su asturianía al gijonés Francisco Álvarez-Cascos, que fue concejal del Ayuntamiento de Gijón, diputado provincial, senador del Reino de España, diputado nacional, ministro de la Presidencia, vicepresidente del Gobierno y ministro de Fomento, entre otras muchos cargos. Dejando, en todos ellos, muestras de su fecunda actividad.

Desde todas sus responsabilidades, trabajó con empeño por Asturias y por los asturianos. Basta recordar la ampliación del puerto de El Musel, el metrotrén, la variante de Pajares y el tren AVE, el aeropuerto, los astilleros de la bahía de Gijón, la autovía Gijón-Villaviciosa y un largo etcétera.

Hoy en día, la mayoría de estas grandes obras que él inició se encuentran unas ralentizadas, otras paradas, algunas deformadas y una enterrada. Y casi todas en una situación económica tan acuciante que no se les ve un final feliz.

Jamás desde que la democracia se instauró en España, nuestra autonomía pasó por momentos tan difíciles como los que la están situando en el último lugar del Estado. Es urgente regresar de nuevo a la Asturias de la Reconquista, a la Asturias de Pelayo, al Oviedo de Campoamor, al Gijón de Jovellanos, al Avilés del Adelantado, a las Cuencas del carbón, a las villas marineras; en resumen, a todos los pueblos de Asturias en los lugares que jamás debieron dejar. Hace falta un gran líder.

Este retroceso y desánimo, dramático para Asturias, nos exige a los asturianos, de uno u otro partido, salir al encuentro de los problemas de hoy, de la sociedad de hoy y de las necesidades del mañana.

Por ello yo «saco a bailar» a mi buen amigo y gran político Francisco Álvarez-Cascos. Para poder mirar a los ojos, el día de mañana, a mis hijos y poder decirles que si viven con cierta calidad de vida y con cierta dignidad es porque hubo hombres que se animaron a pelear por una Asturias mejor y de primer orden.