El vicepresidente de la dictadura cubana recibirá hoy en el auditorio Príncipe Felipe la medalla de oro del Principado de Asturias. Menuda vergüenza. Y encima, de repetición, ya que también es hijo adoptivo de Oviedo. Aquí no se salva nadie, porque si ahora el Gobierno socialista asturiano incurre en una indignidad que abochorna a cualquier demócrata y amante de la libertad, antes lo hizo el Ayuntamiento popular carbayón. No me extraña que UPyD haya logrado tan buenos resultados en Asturias en las elecciones del pasado junio y que sus expectativas sigan creciendo aceleradamente, porque, frente a los dos partidos mayoritarios, tan obsequiosos con un régimen criminal y odioso, no puede más que brillar la sensibilidad democrática ¡y nacional! de las huestes de Francisco Sosa Wagner y compañía.

La dictadura castrista es nuestra piedra de toque, porque Cuba es más española que algunas comunidades en trance de independencia. Y la resultante del análisis es que el PSOE de ZP está encantado con los gobernantes de aquella isla desgraciada y que el PP -salvo cuando lo capitaneaba Aznar- remolonea, y gracias.

Ya que esos dos partidos recogen los votos de casi el 90 por ciento de los españoles, sólo cabe concluir que el sistema de representación está viciado o que la mayoría de los ciudadanos de este país simpatiza con las dictaduras progres.

No sé qué es peor. Pero hoy vamos a vivir una nueva jornada de vergüenza en la que se hará la ola a un régimen feroz, que ha asesinado a miles de personas, que mantiene en las cárceles a los opositores, que ha convertido a Cuba en un campo de concentración y la ha arruinado, porque cuando Castro dio el golpe de Estado Cuba tenía más renta per capita que Italia, y un 50 por ciento superior a España, y ahora, ni la décima parte. ¿No es delito hacer apología de los crímenes?

(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente la canción «Cuando salí de Cuba»).