Ayer estuve viendo el telediario de la primera de TVE y entre el resto de noticias escuché una que llamó mi atención. Como se acerca el aniversario de la aprobación de nuestra Constitución, el trigésimo primero para ser exactos, hicieron una breve reseña de la visita que había hecho Mariano Rajoy a un colegio madrileño. Se veían imágenes del líder de la oposición respondiendo preguntas de los niños que allí había. Matizando un poco más, habría que decir que se le ha visto responder a la pregunta que le ha hecho uno de los niños; no puedo precisar la edad, pero no tendría más de 10 años. La pregunta era, más o menos, en la siguiente línea: ¿por qué si la Constitución reconoce el trabajo como un derecho de todos los ciudadanos hay tanto paro en España? No han sido más de dos o tres segundos los que ha tardado el señor Rajoy en contestar, segundos en los que yo decía: ¡no lo hagas, por dios, no lo hagas!? Pero lo hizo. La respuesta fue más o menos así: porque el actual Gobierno del país hace las cosas muy mal, pero se podrían hacer mejor y entonces habría trabajo para todos. Afortunadamente, no ha terminado diciendo que el Partido Popular lo haría mejor aunque, sinceramente, pienso que se ha quedado con las ganas.

No es que se trate de algo que haya escuchado por primera vez, no; mi estupor lo ha ocasionado ver al bueno de Mariano, sonrisa en ristre, no desperdiciar la ocasión de hacer campaña aunque los destinatarios de su arenga no hubiesen entrado aún en la adolescencia. ¡Hombre!, bien mirado, tampoco está mal que lo haga, si pensamos que los niños suelen ser el mejor caldo de cultivo que existe.

Y digo yo, señor Rajoy: ¿no podría haber aprovechado usted esa ocasión tan bonita para explicar a los escolares, en unos términos comprensibles para ellos, que estamos en una difícil situación económica en lugar de llevar a cabo, una vez más, esa política de desgaste que a la mayoría nos resulta ya tan aburrida? Porque estoy segura de que esos niños no han pensado que usted sería mejor presidente del Gobierno, aunque el tono de su respuesta era lo que indicaba, pero sí las personas que hemos visto ese telediario; y no sé qué habrán pensado los demás, pero le aseguro que a mí me ha resultado un poquito patética esa respuesta. Pienso que, por muy político que usted sea, debe ser ante todo humano; y si se encuentra ante unos niños que le hacen preguntas, por muy orquestadas que estén, haga la mejor campaña que cualquier persona puede hacer: aclare sus dudas de manera objetiva y razonable, para que crezcan como los ciudadanos libres que, ante todo, deben llegar a ser.