Por sorpresa, Gerardo Díaz Ferrán planteó en la reunión de la junta directiva de la CEOE celebrada el pasado miércoles una especie de cuestión de confianza para afianzar un liderazgo puesto en entredicho en los últimos meses. Las empresas de Díaz Ferrán no atraviesan un buen momento, en eso el patrón de los patronos encarna una situación compartida con miles de colegas. Pero la relevancia de las sociedades que preside y, sobre todo, la importancia de su cargo institucional en una situación económica como la que vivimos convierten su situación en especial.

Caja Madrid ha abierto un expediente a Díaz Ferrán por impago de un crédito de casi 27 millones de euros, la Seguridad Social le reclama una deuda de 16 por su aerolínea Air Comet y los trabajadores de esta compañía le piden que abone las nóminas no cobradas en los últimos cinco meses.

Esta compleja situación es la que permite hacer algunas preguntas pertinentes. La primera, sobre la imagen que proyecta una organización que mantiene a su frente a un empresario en una situación tan crítica, porque aunque la crisis explique algunas de las causas del precario momento de sus empresas no cuesta imaginar que otras están en los errores de gestión de las mismas. La segunda, sobre el perfil de debilidad que presenta como interlocutor social un empresario que tendrá que negociar con un Gobierno al que, quizá, deba reclamar ayudas dentro de poco para reflotar sus sociedades. Y la tercera, seguro que se la están haciendo muchos de sus trabajadores que querrían ver a su jefe trabajando en cuerpo y alma por salvar su negocio sin derrochar fuerzas en otras empresas monumentales como la de reflotar el estancado diálogo social.

Quienes lo eligieron hace casi tres años para sustituir a José María Cuevas cerraron filas y le revalidaron su confianza, así que desde el punto de vista formal su permanencia es tan legítima como lo hubiera sido su marcha. Se verá si podrá seguir aferrándose a su cargo si el año 2010 es tan negro como preconiza el propio Díaz Ferrán.