Reconforta un poco que el Papa Benedicto XVI comience el nuevo año apostando por la paz en el mundo y por el respeto al medio ambiente, después de tantos meses durante los cuales los mensajes que llegaban del Vaticano eran demasiado poco estimulantes, cuando no directamente rechazables, entre otros los que pretenden un monopolio ideológico sobre las relaciones familiares e interpersonales y la irreal política sexual preconizada.

Yo siempre estoy deseando poder elogiar algo de lo que viene de Roma y por eso me apresuro a registrar esto de la paz y del medio ambiente. Hay que reconocer que los objetivos de mejora en esos dos frentes figuran entre los más importantes y perentorios de cuantos la Humanidad tiene planteados. En cuanto a la paz, hay una llamada a todos los gobiernos e instituciones internacionales para terminar para siempre con las guerras y con los conflictos que torturan y afligen no sólo a lo pueblos afectados, sino a la Humanidad entera. Barack Obama también debe darse por aludido, y aquí en España, lo mismo digo de nuestro Gobierno, copartícipe en el desaguisado de Afganistán.

De parecida trascendencia es el superproblema del cambio climático y del calentamiento global, y más después del reciente fracaso de la cumbre de Copenhague, donde encima encarcelaron a nuestro director de Greenpeace y varios compañeros, una de las acciones más deleznables de las últimas semanas del año que acaba de cerrar. El futuro del género humano y del propio planeta está en gravísimo peligro y cada día que pasa sin poner los remedios es un día que nos colocamos más cerca de la hecatombe final.

Puede sonar raro o melodramático lo que digo, pero es la pura verdad. Los dirigentes mundiales serán unos verdaderos irresponsables si de una vez por todas no toman cartas en el asunto de modo radical e inmediato, poniendo al margen esos otros intereses, muchos de ellos bastardos, que todavía obstaculizan la toma de las decisiones necesarias e imprescindibles. De manera que hoy la voz del Papa de Roma ha dado en la diana y mucho me alegraré de que siga así en lo sucesivo.