Cumplir años cuesta poco. No es verdad, si cuesta y mucho. Con la última campanada del reloj de la Puerta del Sol, anunciando el año 2010, una nueva década prodigiosa, el año del Tigre, habría que añadir la peripecia de unos cientos de miles de compatriotas que se incorporan, por causa de edad y la fuerza de la ley, al gran batallón de los jubilados, a los declarados viejos por decreto.

Según el INE, 7,3 millones de personas con más de 65 años se vieron engullidas por una política que no siente escrúpulos en vender el «apartheid» por motivos de edad, con la excusa de favorecer el acceso al empleo mediante su mejor redistribución intergeneracional.

Conviene reflexionar un poco. Como los gobernantes de ayer, y los de ahora en forma destacada, han demostrado su ineficacia en la creación de empleo, y este se convierte en un bien escaso, la solución ingeniosa es quitárselo a los mayores, al margen de su capacidad, y dárselos a los de menos edad.

El jubilado forzoso, por imperativo legal, se empieza a equiparar a un raro espécimen, al que unas veces se protege con descuentos en transportes, museos y medicinas y en otras, para no alentar su permanencia, se le restringen tratamientos y tampoco se le concederán créditos bancarios.

Más dramático es todavía el contexto del prejubilado. La categoría de 55 a 65 años sufre intensamente la anticonstitucional discriminación por la edad. Se calcula que en 2009, por causa de la crisis, se han visto prejubilados más de 100.000 trabajadores y ha sido la edad, no la capacidad, quien determinó su exclusión empresarial.

En un excelente trabajo del profesor Herrero Brasas se señalaba que tal como se regula la jubilación obligatoria en España, atenta contra el artículo 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que estableció, sin excepción alguna, que toda persona tiene derecho al trabajo. Nuestra Constitución en su artículo 14 garantiza la igualdad de todos los ciudadanos, con lo cual es anticonstitucional todo tipo de discriminación por edad.

Los datos del INEM reflejan que hay una tasa de paro superior entre mayores de 50 años que entre menores de 35 años. Los planes que se ofrecen a los mayores para ayudarles en la permanencia o consecución de un empleo son irrelevantes, por el contrario todas las administraciones públicas compiten por sus planes de empleo juvenil.

Zapatero sigue a Obama, y está muy bien, pero que tome nota de que en Estados Unidos está prohibida la jubilación obligatoria y cualquier discriminación por edad, estando igualmente suprimida la referencia de edad en las solicitudes de empleo.

Raúl del Pozo escribía hace unas semanas: «En España empieza a ser peligroso hacerse viejo». Lope de Vega contaba que «en los campos de la vida no hay más que una primavera». Vale todo.