Qué delirios, madre mía, qué delirios! Apuestan por museos y chiringuitos que no existen, que, en algunos casos, hasta carecen de edificio, y arremeten contra lo que está consolidado. Algo que fue creado a su imagen y semejanza por Pepe el Ferreiro, es decir, el Museo Etnográfico de Grandas de Salime, es, a día de hoy, un enclave en el que se le prohíbe la entrada al que fue su principal artífice. ¿Cabe dislate mayor?

Alegan desajustes burocráticos. O sea, que lo que importa aquí no es que, a lo largo del tiempo, el señor Naveiras haya puesto en pie un museo etnográfico que representa, sin duda, una de las grandes referencias de la Asturias occidental, sino que lo esencial son los papeleos, seguir el modelo, ir acorde con lo que dictamine el politburó.

¡Qué atropello a la más mínima elegancia! ¡Hasta las piedras saben que Pepe el Ferreiro no se merecía terminar así al frente del museo! Alguien que estaba llamado a un reconocimiento público al más alto nivel en el momento en que dejase la dirección del museo es cesado con métodos propios de caprichos intragables y, por si esto fuera poco, la persona que nombraron para sustituirle le niega incluso la entrada en el museo que fue obra suya.

¿Por qué, más allá de la falta de elegancia a la que acabamos de hacer mención, hay un ensañamiento así con este hombre? ¿Cómo podemos interpretar los silencios tan vidriosos desde las instancias oficiales, empezando por ayuntamientos y siguiendo por gentes de la cultura que no pueden no ser conscientes de la labor que vino llevando a cabo el ciudadano Naveiras que representa una de las grandes referencias de lo que es a día de hoy el occidente asturiano?

No pongo en duda la capacidad y preparación de la persona que acaba de ser nombrada, pero no puedo dejar de manifestar que no pudo empezar con peor pie tratando así a la persona que hizo realidad el museo que este ciudadano dirige.

Y, por si todo esto fuera poco, Areces, en una de sus escasísimas visitas al occidente asturiano, no sólo afirmó que la decisión del cese estaba fundada, sino que además se permitió el lujo de hablar de proyectos culturales para el occidente de Asturias por parte del Gobierno que preside.

¡No me diga, don Vicente, no me diga! Usted, que en momento alguno se molestó en presionar al Gobierno central de su mismo partido para que se cumpliesen los plazos prometidos en las obras de infraestructuras del Occidente; usted, que no pone freno a la invasión eólica de las montañas del Occidente, ni siquiera en espacios protegidos; usted, que no mueve ni un músculo de su rostro exigiendo que llegue la partida presupuestaria ya aprobada para la rehabilitación del monasterio de Cornellana, se permite hablar de que existe una política cultural para el occidente de Asturias. ¿Es que pretende que alguien puede creerse que su Gobierno tiene una política cultural para el occidente de Asturias?

Y, eso sí, todo su hacer, toda su capacidad decisoria, es cesar al señor Naveiras, al que nadie le puede negar su tesón, su trabajo y su obra.

Fiscalizar la gestión burocrática del Museo Etnográfico de Grandas de Salime. ¿Y qué decir de tantas y tantas actividades y sus costes? ¿Y qué decir de tantas y tan faraónicas obras, sin que se sepa su utilidad concreta, por ejemplo, su despacho oficial en la Laboral? ¿Y qué decir de la nula voluntad de dar explicaciones a la sindicatura de cuentas en algunos casos puntuales? ¿Y qué decir de los altísimos sueldos de algunos cargos públicos que parecen casi un secreto de Estado?

Pero, claro, de lo que aquí se trata es de fiscalizar la gestión burocrática del Museo de Grandas de Salime. ¿Con qué cuajo se puede justificar semejante atropello?

Entre presupuesto y presupuesto, entre sobrecostes y sobrecostes, ¿no podía haber ni siquiera una exigua cantidad de dinero para nombrar un cargo técnico que llevase la gestión burocrática del Museo de Grandas? Se ve que no.

¿Y qué decir de IU, cuyos dirigentes se pronunciaron con la boca pequeña? ¿Les puede quedar un mínimo de dignidad dejando sus cargos? No, ese peligro parece estar más que conjurado.

Aunque se haga la incineradora, a la que dicen oponerse; aunque se destituya de esta forma a Naveiras; aunque ese portento del conocimiento científico que se llama doña Belén Fernández no ceje en su apuesta por el embalse de Caleao, y así un largo etcétera, estas buenas gentes no parecen tener la más mínima voluntad de irse del Gobierno de coalición de la izquierda transformadora que rige nuestros destinos políticos en las Asturias.

Delirios del politburó arecista. ¿Tanto les mueven sus alardes de poder contra personas como Navieras que no acostumbran a arrastrarse ante los «poderinos» de turno? ¿Tan incapaces son de comportarse con tiento y elegancia con un ciudadano cuya obra cultural está ahí, más allá de megalomanías virtuales en las que hay tantas gentes en plantilla?

¿Es esto lo que nos merecemos? ¿No nos podemos sentir con derecho a ser gobernados por personas que no atenten de tan desalmada y descarada manera contra el buen gusto?

Ante estos delirios del politburó arecista, quiero dejar muy clara mi solidaridad con Pepe el Ferreiro.

Y, desde estas orillas del bajo Narcea, quiero hacerte llegar, río arriba, el irrenunciable afán que creo que compartes.

¡Salud y República, ciudadano Naveiras!

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