Pelayo Roces, diputado regional del PP, afirmó ayer en la Junta General del Principado que es imprescindible que Asturias tenga un AVE de primera. Acierto en la exigencia y más aún en el término porque ésa es la cuestión: con la cara que se gastan los gobernantes progres son capaces de calificar de AVE al Feve. Bueno, ya están en ello y prometen velocidades estratosféricas con un trazado que tiene una curva, y bien cerrada, cada doscientos metros.

Exigimos un AVE de primera, sí, señor. Y, como sabe todo el mundo, es imposible si por la variante del Pajares acaban circulando mercancías en ancho Renfe -o como ahora se diga- al mismo tiempo que los veloces convoyes de porte europeo.

Un AVE de primera es muy sencillo de definir: de Oviedo a Madrid en menos de dos horas. Es la media equivalente al AVE que ahora discurre de Madrid a Barcelona. Si baja la velocidad es AVE de segunda, AVE-burra, AVE-trampa, bandada de AVES engañosas o como se quiera considerar, siempre en clave de falsedad y de camelo.

La propuesta de Pelayo Roces sólo tuvo el apoyo del PP. Una vez más, las fuerzas de progreso quieren enviar a los asturianos a la caverna o, para no exagerar, al siglo XIX en donde, tratándose de materia ferroviaria, militamos porque el trazado del Pajares es de los tiempos de Ana Ozores. Más que enviarnos al pasado tratan de mantenernos en las coordenadas de Maricastaña.

No se olvide que en su día los socialistas -y por dos veces- votaron en contra de la construcción de la variante ferroviaria del Pajares y se opusieron a completar la autovía del Huerna.

Si el PP astur fuese un partido político -y no una ONG o un balneario o un centro de día-, esas tres traiciones históricas le habrían bastado para ganar cuantas elecciones se hubiesen puesto por delante. Claro que si ahora, por fin, el PP espabila y se refunda, ¿qué pueden hacer para batirlo los socialistas que arrastran semejante y horrible currículum?