Ha perdido la baraka y está perdido. El Presidente busca desesperadamente la credibilidad perdida de España, manda a Elena Salgado a vender nuestra marca en la City de Londres y a sus fieles escuderos a proclamar que somos un país de fiar, que todo lo que se dice es chismorreo, mala fe, que tiene poderosos enemigos que quieren hundirle en la miseria. Ese discurso no es nuevo. Se lo escuchamos a Aznar cuando su baraka cayó en desgracia, y también a Felipe González cuando la suerte le dio la espalda.

La diferencia ahora es que nuestras arcas están vacías y nuestra deuda es de tal dimensión que nos tratan como a los malos pagadores, a ésos a los que nadie quiere fiar. Es muy difícil que sólo con palabras hueras, sin hechos, podamos convencer a los inversores internacionales de que España hará el ajuste necesario para reducir el déficit del 11% al 3%. Los mercados no entienden de frases grandilocuentes, ni de discursos mediáticos, ni de demagogia administrada en grandes o pequeñas dosis. Los mercados, tan implacables e insensibles ellos, no creen en la baraka de Zapatero, sino en la cuenta de resultados del Gobierno, y eso no se consigue lanzando un mensaje populista que se desmorona a los cinco minutos.

Zapatero y -sobre todo- Blanco odian a los mercados porque detrás de ellos creen que hay una campaña feroz de desprestigio urdida por el capitalismo especulativo internacional. ¡Ya se sabe lo socorrido que resulta siempre la figura del enemigo exterior! para intentar evitar las responsabilidades y tapar las vergüenzas de cara adentro. Eso les funciona muy bien a los dictadores: Chávez y Castro han sido el ejemplo perfecto, pero en una democracia consolidada con una economía hasta hace poco fuerte y boyante los fantasmas exteriores no cuelan y lo que urge son las actuaciones de puertas adentro.

Según todos los analistas, el Gobierno va a tener que emitir deuda por un importe de 76.000 millones para financiar el déficit de este año, una cifra superior a la prevista y que elevará el total de la deuda del Estado a 553.000 millones al acabar 2010, ¡nada menos que el 55% del PIB! Ése es el tema que hay que abordar y ése es el motivo de que tengamos a un Gobierno agobiado y aturdido, que busca desesperadamente el crédito perdido en vez de tomar de una vez las medidas de ajuste necesarias. La baraka no se hereda, se gana y cuando se pierde, mal asunto, muy malo; y si no que se lo digan a Felipe y a Aznar.