Era un secreto a voces que, desde hace años, Venezuela -ese paraíso al que Chávez está convirtiendo en un erial- se había convertido en un refugio de terroristas de ETA, que allí se les daba cobijo y amparo, e incluso que algunos de los matones del tiro en la nuca vivían a cuerpo de rey protegidos por el régimen del tirano. Ahora, un juez de la Audiencia Nacional le ha metido el diente al asunto y ve claros indicios de cooperación gubernamental venezolana con ETA y las FARC y ha ordenado el procesamiento de seis etarras y de otros siete miembros de las FARC por su colaboración en el adiestramiento en el manejo de explosivos y en los planes para intentar asesinar en España a dirigentes colombianos, entre ellos Álvaro Uribe.

El auto del juez coincidió con la detención en Francia de Lorenzo Ayestarán, un peligroso etarra sospechoso nada menos que de 10 asesinatos, al que Venezuela se negó a extraditar hace dos años y a quien Chávez, incluso, llegó a ofrecer la nacionalidad para blindarlo. ¡Verde y con asas que diría aquél! Nadie a estas alturas de la película se puede llevar las manos a la cabeza porque es sabido que en su día ese paraíso se convirtió en santuario de ETA, pero los últimos acontecimientos son muy reveladores. De entrada, vemos cómo la banda terrorista, cada día más acorralada, está tirando de algunos de sus «mayores» que estaban en situación durmiente para suplir huecos y recomponer su mermada estructura. De no ser así no se entendería que Ayestarán hubiera cruzado el charco con la única intención de volver a atentar, cosa que no podría haber hecho de no ser por la complicidad manifiesta de las autoridades venezolanas que, en ningún momento, informaron a España.

Tal como están las cosas, nadie espera que Chávez mueva un solo dedo para aclarar todo este asunto. Se limitará a seguir lanzando improperios y respirando, una vez más, por la herida del famoso «por qué no te callas», pero colaboración con la Audiencia Nacional ninguna y con el Gobierno español tampoco. Por eso, y aunque España tenga importantes intereses comerciales en ese país, ni el presidente Zapatero ni el ministro Moratinos pueden ponerse de perfil en un asunto de tal gravedad y, si llega el caso, deberían llamar a nuestro embajador a consultas. La política antiterrorista del Gobierno, que tan buenos resultados está dando en España, no sería ni parecida si en Europa y, sobre todo, en Francia no se estuviera remando al unísono en la persecución de los terroristas por tierra, mar y aire, lo cual debe extenderse también a cualquier lugar donde estos asesinos tengan sus santuarios. Mientras siga habiendo refugios para esta gentuza y dictadores como Chávez que los protejan, la pesadilla no llegará a su fin y a los demócratas nos va la vida en ello.