El Gobierno y sus mil tentáculos están que echan chispas por las declaraciones del ex ministro del Interior Jaime Mayor Oreja, que sospecha que ZP sigue negociando con la ETA.

Tal ardor apunta a que ha dado en el clavo. ¿Cómo? Un poco de historia.

En enero de 2008 Zapatero, en unas declaraciones a un periódico nacional, reconoció que había seguido negociando con la ETA después del atentado -del accidente, según sus palabras- de Barajas. Según algunas cuentas, en veinte ocasiones él o los miembros más destacados de su gabinete negaron que existiesen esas negociaciones tras aquel bombazo. Vamos, que mintió de la forma más descarada y ni dimitió ni dejó de volver a presentarse a unas elecciones generales, ¡ni dejó de ganarlas!

A lo que iba, si ZP dice blanco, la historia y la lógica enseñan que es negro. Si ahora niega negociaciones, cualquier persona con la cabeza en su sitio concluye que las hay.

Existen más pistas. Los socialistas se niegan a que el Congreso retire el plácet dado al Gobierno para negociar con la ETA. ¿Por qué? Obviamente, porque o siguen negociando o están listos para esa faena.

Ítem más, 33 municipios vascos están gobernados por agentes de la ETA ¿Por qué no los disuelve el Gobierno? Pues, por lo mismo, porque hay ententes bajo la mesa, salvo mejor explicación.

Y qué decir de los intentos de echar tierra sobre el chivatazo del bar Faisán.

Las declaraciones de Jaime Mayor Oreja apuntan al corazón de las contradicciones gubernamentales, porque o están negociando bajo cuerda o no se explica todo lo antes expuesto. Y como lo expuesto son hechos, hay negociación.

No se olvide que la ETA estaba en las últimas cuando ZP decidió, nadie sabe por qué, negociar políticamente, dando unas bazas tremendas al independentismo vasco. Como tampoco se entiende por qué ZP cuando el proyecto de Estatut estaba muerto lo resucitó.

No se entiende nada, salvo que...