Allá en Siglo de Oro, es Lope de Vega el que escribe la incomparable comedia «El mejor alcalde, el rey». Posteriormente, no mucho más lejano en el tiempo y ya dejando de ser una obra literaria, Carlos III, el primer rey Borbón, se hace célebre y se le recuerda como «el mejor alcalde de Madrid», aunque igualmente la historia nos añade que tuvo que salir por pies de la Villa y Corte. Sin embargo, mucho más cercano y con tan solo cien años de diferencia de este 2010, fallece don Antonio María Dorado y González, al que se le honra y perpetúa igualmente como «el mejor alcalde de Langreo». Aquí ya hay una calle principal, céntrica, quizá de mayor movimiento comercial y, en su día, punto neurálgico o centro de atención de multitud de servicios públicos: hoy Sama de Langreo es otra cosa y de mayor amplitud en muchas de aquellas prestaciones creadas por el infatigable Dorado.

Calló en mis manos un resumido y extraordinario tríptico, hecho por unas personas que miran y velan porque se recuerde ese pasado, en el que se detallan muchas de las obras públicas promovidas por el citado Alcalde: el Colegio de las Dominicas, las Escuelas Graduadas, la traída de Aguas, el Alcantarillado, el alumbrado público? Háganse con él, porque merece la pena tenerlo: no ocupa espacio, algo como el saber. Los actos programados con tan fausto acontecer, comienzan este próximo lunes, día 3, con la actuación del cuarteto Torner a las 12 horas, previo a la conferencia que, sobre don Antonio María Dorado, dará don Aladino Fernández García en La Montera. Hay programadas muchas cosas más -véase dicho tríptico-, para finalizar el domingo día 9, igualmente en La Montera, con un vino español que, con carácter público, patrocina una firma comercial de la zona.

Quiero acabar con algo viejo, con algo que tiene más de cien años, copia de un acta del entonces Ayuntamiento de Langreo: 10 de agosto de 1896. En ese trozo se puede ver cómo se recoge el sentir sencillo del entonces «mejor alcalde de Langreo», cuando renuncia a que se le ponga una calle con su nombre en La Felguera y, dice textualmente, «que declina el honor que se le hace en la memoria del Señor don Pedro Duro, sustituyendo su nombre por el de este señor, pues si a su iniciativa se debe la apertura de la calle al señor Duro, se debe el que se haya creado aquel pueblo».

Pienso y entiendo, como así es mi deseo, que los que puedan abrir sus ojos al mundo en años venideros, puedan gozar y disfrutar de un acontecimiento tan sorprendente como el llegar a celebrar el 200 Aniversario de un recordado Alcalde. Yo me quedo, desde un poco lejos, con «mí calle Dorado» de los años 60. Disfruten de ella como yo lo hice y lo hago cuando me acerco.