Lo que los españoles esperamos del encuentro entre Zapatero y Rajoy es un milagro. El milagro que acontece cuando los políticos piensan en los ciudadanos y se olvidan de las elecciones. Esperamos, en suma, que tanto el presidente del Gobierno como el jefe de la oposición hayan tenido tiempo y disposición de ánimo para reflexionar sobre el ejemplo que nos brindan nuestros vecinos portugueses. Visto lo que acaece en Grecia, en Lisboa han tomado la sabia decisión de aparcar las disputas partidistas y encarar la delicada situación económica y financiera que padece Portugal formalizando un acuerdo entre Gobierno y oposición. Medidas severas para afrontar la crisis firmadas y avaladas por las dos fuerzas políticas principales. Entre el deseo de esperar a que la tormenta se lleve por delante al rival y la necesidad de arrimar el hombro para sacar a la nación del atolladero, los dirigentes portugueses han optado por el patriotismo y el pragmatismo. Todo un ejemplo que deja en evidencia a los nuestros.

Si Rajoy, antes de salir para la Moncloa, deja en Génova las encuestas que pronostican gran ventaja del PP en intención de voto -lo que le lleva a apostar por el «cuanto peor mejor»- y si Zapatero se olvida de los avances del parte meteorológico político que anuncian que antes de las elecciones escampará -lo que le lleva a la idea de «resistir es vencer»- los dos le harán un gran servicio a España. Entre la necesidad de afrontar en serio la crisis y el deseo partidista de esperar a que se hunda el rival, sería deseable que esta vez no actuaran como simples políticos e intentaran estar a la altura de los estadistas.