Las adhesiones van llegando a Oviedo para respaldar su aspiración de ser capital europea de la cultura 2016. A nuestro hermanos vetusteños les va a costar un huevo alcanzarla, y no lo decimos por instintos localistas y cainitas, sino porque mientras el Principado perdía el tiempo en armar una candidatura irregular con tres municipios otras ciudades españolas se dedicaban ya a empapelar sus calles con carteles promocionales o a preparar fundaciones de sustento de la candidatura o a mover los «lobbies» correspondientes. Ahora diremos lo que mientras tanto hacían los cerebros del Gobierno regional, pero antes anotemos que Oviedo está comenzando ahora mismo a mover los ánimos y tiene en su contra que el reloj no se ha detenido durante el tiempo perdido.

Total, que van goteando adhesiones, tipo la del volantista Fernando Alonso, o la del artista plástico Miquel Barceló. Aparte de sus nativos famosos, Oviedo tiene una importante cantera de respaldos entre los galardonados con los premios «Príncipe». Le deseamos lo mejor a Oviedo, y lo hacemos con sinceridad. Lástima que el Ayuntamiento de Gijón vaya a adoptar una actitud de indiferencia y, tal vez, de desprecio. Hay algunos seres muy vengativos en el equipo local de gobierno, de esos que mandan cortar la cabeza a Arturo Fernández porque actuó primero en Oviedo. Allá cada cual con sus miserias.

De hecho, el destino cultural de Gijón ha resultado ser el mejor sarcasmo contra la estulticia. Aquí vienen unos tipos a pasear en calzoncillos con un pollo muerto y desplumado en las manos y ahí tenemos a la ciudad silente, aguantando tal ebullición creativa. Esas y otras genialidades parecidas proceden del diseño guay que el Principado adoptó para su Ciudad de la Cultura, antigua Universidad Laboral de Girón de Velasco, el falangista. Este diseño salió del cerebro de grandes expertos europeos, portentosas mentes, similares a aquellas a las que acudió el Principado para armar la candidatura de la capitalidad. ¿Cómo no iban a estrellarse?