Pontificaba en la radio uno de esos mandamases económicos que siguen cobrando diez veces más que yo a pesar de ser responsables de haber llevado el sistema financiero español al borde de la quiebra. Afirmaba que la crisis era profunda, que mucha gente lo está pasando mal (¡A nosotros nos lo va a contar él!) y que la gestión no se había llevado correctamente. Llegado el capítulo de soluciones y, después de este «mea culpa», casi esperaba que se ofreciera a renunciar a la mitad de sus emolumentos para ayudar a todos esos necesitados de los que hablaba. Pero no, el sueldo que proponía rebajar el tipo no era el suyo, seguramente galáctico, sino el mío, muchísimo más terrenal. Que uno de los culpables de que nuestros ahorros se volatilizaran pretendiera ahora, con todo el descaro, volatilizarnos, también, el sueldo me pareció una clara muestra de hasta dónde ha llegado la desvergüenza de nuestros prebostes. Como dije hace tiempo, el problema no es que crean que los ciudadanos somos tontos, el problema es que lo saben.

Incluso Zapatero y Rajoy, a pesar de sus discrepancias, parecen estar de acuerdo en esto. Los dos creen que el Estado necesita dinero y los dos tienen claro quiénes van a ser los paganos en este auto de fe. Lo único en lo que difieren sus propuestas es en la velocidad de la sangría y en la cantidad de anestesia. Y claro que falta dinero en las arcas públicas. ¡Cómo no va a faltar si algunos llevan años robándolo a mansalva! Pero es un poco difícil de creer que toda esa pasta se la hayan llevado los funcionarios, los pensionistas y los asalariados. Como funcionario, me consta que nuestro sueldo lleva tanto tiempo congelado o casi que tenemos que abrir el sobre de la nómina con guantes para que no nos salgan sabañones. Y los otros dos colectivos no están mucho más boyantes.

Si nuestro amado presidente y nuestro insigne opositor jefe quieren encontrar el dinero que falta, no tienen que ir lejos. Que busquen entre sus colegas de partido y localicen a los que han ganado millones de manera rápida e inexplicable. Oblíguenles a devolverlos y tendrán para pagar toda la deuda española y los intereses. Es más, si quieren ser solidarios, identifiquen a los empresarios que han obtenido beneficios fabulosos sobornando a los anteriores, incáutenles toda esa pasta y tendrán para pagar también la deuda griega. Y, si además se atreven a expropiar las increíbles ganancias que los especuladores bancarios y financieros han obtenido a costa de llevar a los pequeños inversores a la ruina, podrán liquidar la deuda portuguesa y la irlandesa y aún les quedará dinero para prestar a los alemanes.

Ya va siendo hora de que dejen de pagar siempre los mismos. Los ciudadanos de a pie empezamos a estar cansados de ver cómo los sinvergüenzas se hacen ricos a costa nuestra ¡Por favor, saquen de una puñetera vez sus manos de nuestros bolsillos! Ya han arramblado con los billetes, la calderilla, la cartera y hasta el pañuelo. Han hurgado tanto ahí que han reventado, incluso, las costuras y, si ahora palpan una cosa redonda, no es que tengamos más euros escondidos, es que nos están tocando los cataplines. Así que, si quieren que tengamos la fiesta en paz, rásquense un poco sus propios bolsillos o aún acabaremos todos bailando el sirtaki.