Hacia 1931 el filósofo español Ortega y Gasset, que junto a otros intelectuales había fundado la Asociación al Servicio de la República, decía: «No es eso, no es eso». Alarmados por el clamor revolucionario, la quema de iglesias, la ocupación de fincas y el afán totalitario, veían una ocasión perdida para modernizar España mediante reformas sociales -tras el progreso económico y autoritarismo en los años 20 con M. Primo de Rivera-, como la democratización, la reforma agraria o el Estado autonómico.

El último barómetro trimestral del CIS, aunque se le acuse de haberlo hecho coincidir con el auge del escándalo de corrupción «Gürtel» en torno al PP de Rajoy, deja a éste en un contexto de recesión económica, déficit presupuestario disparado y 5 millones de parados sólo 1,5 puntos por encima del PSOE de ZP, a la clase política como tercer problema nacional, por delante del terrorismo, y al propio Rajoy con un rechazo del 80% del electorado español.

Después ha venido su reveladora frase sobre el cuestionado presidente de la Generalitat valenciana Francisco Camps: «Apoyo total, y será el próximo candidato, diga lo que diga la justicia». El mismo señor que dijo que sería implacable con la corrupción. Debía referirse a la de otros partidos; los suyos, impunidad. ¿Y si la justicia le encausa por corrupción? O aunque no le encause, trajes por medio, ha tenido comportamientos poco éticos o políticamente impresentables...

Este señor Rajoy es el mismo que se ha pasado 2009, mientras el desempleo continuaba galopando en pleno retroceso del PIB español (valor de los bienes y servicios anuales producidos), diciendo que no tocaba hablar de la flexibilización del mercado de trabajo. Quizás pensaba que con que cayera ZP ya estaba todo hecho. Y qué decir de Baleares, del imputado Matas: ¿por qué después de dejar de ser presidente el PP le pagaba 5.000 euros mensuales?

Tienen las cajas de Ahorros y la justicia hechas jirones, con el TC incapaz de sentenciar los artículos inconstitucionales del Estatut catalán. El alcalde de Madrid, Ruiz-Gallardón, de su propio partido, tiene al Ayuntamiento de la capital de España con 6.000 millones de euros de deuda (un billón de las antiguas pesetas): ¿tendrá la corazonada de que todo vale para ir de populista por la vida, y nadie tendrá que apretarse el cinturón para pagar la ingente deuda municipal?

Desde luego, no es eso, no es eso, señores Rajoy, Bárcenas, Gallardón, Camps y compañía. Así se extrañarán luego de que la ciudadanía califique escasamente con un 3 sobre 10, hecha la media también con sus partidarios, a Zapatero y Rajoy. Excepto en la defensa del español en la enseñanza, en lo demás poca alternativa han planteado dando pie con bola. Nos consolaremos con el buen papel de España en el Mundial de fútbol de Sudáfrica.

Esto cada vez recuerda más a la Italia de hace 15 o 20 años, cuando la Democracia Cristiana de Andreotti y el Partido Socialista de Betino Craxi (que luego huyó a Túnez para huir de la justicia italiana) competían a ver qué clanes eran más parásitos. Cada vez parece que necesitamos más una «catarsis», pero no a la griega (la deuda pública acumulada de España es de un 60% del PIB, por el 120% de Italia), sino para sanear la economía productiva y la política nacionales, por la España plural y cordial.