La crisis ha llegado también a Paraxes y cada vez que las gallinas oyen alguna declaración política al respecto, ya sea dentro de sus propias fronteras ya en el Paraíso Natural colindante o desde cualquier lugar del mundo mundial, erizan plumas, enrojecen crestas y cacarean poseídas por una ira que contagia al resto de los habitantes de la pequeña república. Cuando los promotores máximos de este desaguisado echan balones fuera y cargan culpas contra esos abstractos especuladores que han conducido el país a la ruina, la indignación provoca entre las aves ataques de apoplejía o colapsos nerviosos, y entre hipos y respiraciones entrecortadas recuerdan que los primeros especuladores han sido aquellos que desde ayuntamientos y administraciones autonómicas levantaron la veda con recalificaciones tan discutibles como interesadas, o gobiernos que no han sabido o no han querido poner coto y freno a un capital que se ha hecho fuerte concediendo préstamos a manos llenas sin preguntar y que a la hora de las duras, ponen el cazo y reciben dineros y felicitaciones.

Si tanto Paraxes como el occidente astur han sido hasta el momento objeto de la codicia y mezquindad de desvergonzados pícaros que no han tenido ningún empacho en comerciar con nuestra tierra enarbolando la bandera de un hipotético progreso, el panorama se presenta ahora desolador. La acechanza de un incierto futuro, sólo mejorable malvendiendo nuestros recursos, será el posible argumento a esgrimir ante cualquier desmán.

El nuevo parque eólico de Embarniza que planea por el horizonte del concejo de Salas puede plantearse como una panacea para las maltrechas arcas municipales. Pero, ¿cómo justificar otro coladero de subvenciones para mayor regocijo de empresarios y políticos? ¿Deberán esas manos, callosas de tanto frotarse ante jugosos y fáciles negocios, tomar baños calientes y darse un respiro?

La cantera del Acebo, también en tierras salenses, comenzó sus trabajos sin permisos municipales. A principios de abril el Alcalde fue informado de este hecho en un Pleno. Tras alguna contestación fuera de tono, se llegó al compromiso de paralizar los trabajos o «si la empresa no atiende a razones, acudir a los tribunales». A día de hoy las palas excavadoras campan a sus anchas sin que de momento desde el Ayuntamiento se haya hecho nada de nada, que se sepa. A resultas de esta actitud, inevitablemente, existe una sospecha de connivencia que podría ser justificada por la grave situación económica, con la complicidad bienintencionada de algunos vecinos cuyas tierras, mejor o peor pagadas, servirán para que sus hijos o nietos puedan emigrar de estas comarcas sin futuro hacia lugares donde la prosperidad no dependa exclusivamente de esa lotería que reparte las migajas de los grandes negocios.