La inmensa mayoría de los vecinos de la parroquia de San Martín de Grazanes, en el término municipal de Cangas de Onís, están que trinan con el Arzobispado de Oviedo. Y no porque haya llegado la primavera a estos lares del oriente asturiano, sino por que se consideran totalmente ninguneados. El patente malestar de esas personas viene de años atrás, a raíz del deplorable estado que presenta la iglesia parroquial del lugar, sin que las autoridades eclesiásticas de la comunidad autónoma se decantasen por tomar cartas en el asunto.

Una iglesia parroquial en claro peligro de hundimiento de la cubierta, pese a que tiene elementos del estilo románico tardío, de finales del siglo XIII y añadidos del XIV. Los vecinos ya no saben qué hacer, pasan los meses y sus constantes, a la vez que viejas reivindicaciones, parecen no hacer mella en el Arzobispado de Oviedo, como si no fuera con ellos la obligatoriedad de tratar de mantener en pie ese histórico templo cangués. Remitieron escritos para ponerles al tanto del problema, pero como si nada.

El dilema se acrecienta cuando los propios vecinos fueron conocedores de la subasta de unos terrenos, cercanos a la iglesia parroquial de Grazanes, que fueron enajenados mediante subasta pública a unos particulares de Cangas de Onís que estaban interesados en desarrollar un plan urbanístico en aquella zona. Una operación que se desarrolló, dentro de la más absoluta claridad, hace unos tres años y por la que el Arzobispado se embolsó alrededor de 260.000 euros, es decir, cuarenta y tres millones de las antiguas pesetas. Sin duda, un buen pico.

Aquella actuación fue muy comentada, sobremanera cuando los vecinos aguardaban a que, ¡por fin!, el Arzobispado invirtiese una importante cantidad en la rehabilitación de la iglesia parroquial de San Martín. Se rumoreó, antes de la subasta pública, que podría corresponderle a la parroquia de San Martín alrededor del 17% de la operación, aunque otros hablaban del 10% de la venta. Lo cierto es que, al día de hoy, transcurridos esos tres ejercicios económicos, nada de nada, ni el 17 ni el 10 por ciento. ¡A seguir esperando!

La larga treintena de los vecinos residentes en los núcleos rurales de San Martín y Beceña, entre otros, hastiados de tanto misterio están dispuestos a revolver Roma con Santiago y así evitar que se caiga la techumbre de la iglesia parroquial. Primeramente, miraron hacia otro lado cuando dejaron pasar la ocasión de reclamar lo que era suyo, una presunta donación de prados a la propia parroquia; después, se mostraron más optimistas al saber que la subasta de aquellos praos, mediante concentración parcelaria, se había cerrado de manera satisfactoria.

En realidad, vino a ser un optimismo desangelado. Aquel dinero no se reinvirtió, ni un solo euro, en la iglesia parroquial de San Martín de Grazanes, pueblo de donde es originaria la familia del alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo. A lo mejor, quizás los vecinos de esa parroquia, cercana a la villa de Mestas de Con (Cangas de Onís), consideren oportuno reclamar la atención del propio alcalde carbayón para que, echándoles una mano -o las dos-, interceda ante el Arzobispado con el objetivo de que sean atendidas sus justas reivindicaciones. Y todo por empecinarse en intentar conservar una reliquia del Patrimonio eclesiástico asturiano.

En Grazanes residen pocas personas para sensibilizar a los máximos responsables de la Iglesia asturiana, pero vociferan todo lo que pueden para reclamar lo que es suyo, de su parroquia. No exigen nada del otro mundo, únicamente piden evitar el gran peligro de hundimiento de una iglesia parroquial que cuenta con dilatada historia y con rasgos del románico tardío. Y para ello, insisten en reclamar la partida correspondiente de la subasta de las fincas, otrora de la parroquia y un tiempo después del Arzobispado. ¡Ay, señor, con la Iglesia hemos topado!