Estimado don Vicente (no me atrevo a ir tan lejos como el señor Botín, a quien «querido» le parece una forma habitual de tratamiento, incluso en las misivas bancarias. Confesaré que durante un tiempo tuve los escasos ahorrillos que me produce la puesta de huevos en manos de ese señor, y jamás se dirigió a mi humilde persona en esos términos, ni me despedía con «abrazos», y eso que yo aportaba peculio a su negocio, no como el señor Baltasar Garzón, para el que tenía que soltar la mosca en forma de cursos neoyorquinos).

Pero dejémonos de divagaciones y vayamos al grano (nunca mejor dicho). Aunque Paraxes constituye una república independiente, de lo que le hago sabedor, la relación con los territorios adyacentes es intensa, si bien no siempre cordial -y no vaya usted a creer que por nuestra causa-. Permanecemos, pues, muy atentos a lo que ocurre allende nuestras fronteras, especialmente en el vecino Paraíso Natural, del que usted lleva las riendas desde hace un par de lustros.

Me decido, por tanto, a enviarle esta misiva al hilo del interés y la controversia que han suscitado entre mis conciudadanos sus declaraciones del pasado martes, aludiendo a la necesidad de una economía más respetuosa con el medio ambiente para alcanzar un desarrollo sostenible y bla, bla, bla?

Es natural que sus palabras hayan causado cierto escepticismo por estos andurriales, incluso en mi escribana, esa que tiene la desfachatez de firmar los artículos que escribe a mi dictado.

¿Qué motivo ha provocado este nuevo discurso verde y ecológico? ¿Se da cuenta de que los grandes proyectos que ha defendido y defiende con uñas y dientes han convertido el occidente astur en un lugar irreconocible?

Su famoso superpuerto ha traído consigo la actividad de tantas canteras que no tengo plumas para contarlas; su política energética ha llenado los montes de innumerables aspas que giran envanecidas al tintineo de los dineros de gentes sin escrúpulos; las brañas vaqueiras, publicitadas con orgullito caciquil, acogen subestaciones eléctricas que conectan megavatios y megavatios, mientras sobreviven en el aislamiento; muchos ciudadanos tiemblan ante su indecisión de dar cobertura legal suficiente a un paisaje privilegiado que impida de una vez por todas que una mina de oro lo destroce.

Si son los tribunales los que tienen que decidir la ilegalidad de los planes urbanísticos ante el acoso al que están sometidos los habitantes de zonas rurales y costeras, si los ríos asturianos se mueren y los pueblos continúan sin los necesarios saneamientos?, mal empezamos.

Don Vicente, las cosas se ven muy distintas desde las alturas de su despacho de la Laboral que desde el suelo de un gallinero, no lo dude. Y no es causa de regocijo en nuestra república que entre ustedes se haya puesto de moda aludir despectivamente al vuelo gallináceo para descalificar a los rivales políticos: le aseguro que es un vuelo bajo pero eficaz. Trabajoso, sí, pero con los objetivos claros, sin pretender engañar a nadie: sin trampa ni cartón. Le aconsejo que pruebe en algún momento sus virtudes.

Suya afectísima, Elvira

PD. Me instan mis conciudadanos a preguntarle a usted por nuestros congéneres grandaleses, ya que no hemos obtenido respuesta de doña Mercedes a nuestra petición de acogida. ¿Recibirán también ellos una indemnización por despido y desalojo improcedentes? Permanecemos a la espera.