En la última visita del vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, a Asturias se le ocurrió decir que «Francisco Álvarez-Cascos es una persona quemada, radical, que significa el pasado más duro y extremista, y su elección como número uno del PP asturiano significaría que no se tiene dónde escoger». ¿Se dan ustedes cuenta de que todos los políticos asturianos que tienen miedo a perder sus prebendas dicen lo mismo?

Estas declaraciones las hizo un personaje que lleva viviendo de la política treinta y tres años de forma ininterrumpida, de los cuales diecinueve los pasó de presidente de Andalucía, dejando tras de sí un paro de casi el 30 por ciento.

Si a estas absurdas opiniones les unimos las realizadas por Tini Areces a una cadena de radio hace unos días donde dijo «Cascos vive en la conflictividad permanente, tiene posiciones extremas y es muy beligerante», ya podemos hacernos una idea de por dónde irá «el discurso del miedo» de los socialistas asturianos.

Pienso que debemos hacer una reflexión sobre estas declaraciones y sobre algunos silencios significativos del PP. Conozco bien a Francisco Álvarez-Cascos y jamás diría de él que es radical, extremista o beligerante. Lo que sí me parece es que es una persona vehemente. Y cuando la vehemencia es la expresión de viveza e ímpetu, expresada por personas como él que obran con fuerza y eficacia, para mí es una virtud. La realización de un trabajo constante, todos los días, con la responsabilidad de hacer lo que uno tiene que hacer, rechazando el populismo fácil y tomando las decisiones que considera más necesarias en cada momento, aunque sean difíciles de entender, es señal de convicción y de eficiencia. Debemos aceptar las verdades, aunque nos parezcan duras, cuando esas verdades están definidas con mucho trabajo, poco a poco, sin atajos, mediante el estudio, la discusión y el razonamiento. Lo contrario, por desgracia, ya lo conocemos, es negar la realidad y mentirnos durante dos años, para, una vez que la situación es insostenible, hacernos sufrir a todos los ciudadanos con medidas improvisadas e incoherentes.

Habrá pocas personas tan conocedoras de la realidad asturiana como Álvarez-Cascos. Se ha pateado Asturias pueblo a pueblo y kilómetro a kilómetro. Se ha reunido con miles de personas en cada concejo, las ha escuchado y sabe de sus necesidades e ilusiones. Lo he dicho el año pasado y lo repito este año, esa persona de acción, perseverante, con capacidad y preparación, con el genio y el valor que hay que tener será el mejor presidente del Principado de toda su historia. Es evidente que con Cascos ganará el PP, pero lo más importante es que ganarán Asturias y los asturianos. Pues estoy convencido de que, aun gobernando una Asturias bipolar en lo partidista, lo hará por el bien de todos los asturianos, sabiendo las inmensas oportunidades de nuestra tierra cuando se la lleva por el camino adecuado.

Saben que soy de la opinión de elegir siempre a los mejores allí donde estén. Hoy les tengo que pedir como asturiano que, si son del PP, exijan a su partido que le pida a Francisco Álvarez-Cascos que sea su número uno en las elecciones autonómicas del próximo año; a Paco, que si se lo ofrecen, acepte por el bien de Asturias, y a todas aquellas personas que nunca votaron al PP, que rechacen el «discurso del miedo» y acepten el reto de apostar por Cascos, pues les aseguro que no se arrepentirán. Estoy absolutamente convencido de que si después de dos años con Álvarez-Cascos de presidente les preguntase si están contentos con él, su respuesta sería: ahora sí que nos sentimos orgullosos de nuestro presidente.