Es evidente que la austeridad brilla por su ausencia. Como la frase histórica del 23-F, «ni está ni se la espera». En la final de la futbolera Copa, que en principio se llamó Copa de España, luego del Generalísimo y actualmente del Rey, había en el palco presidencial del estadio un príncipe, un ministro, una presidenta autonómica, un par de alcaldes, algún secretario de Estado y varios políticos de segunda fila.

En las gradas del Nou Camp se aposentaron 45.000 madrileños y 35.000 sevillanos. El traslado desde Madrid y Sevilla se hizo principalmente por carretera. Ni el tren de Alta Velocidad, ni el pasaje aéreo, ni la gasolina de los vehículos terrestres es de «low cost». Es decir, el traslado de esta tropa espectadora y expectante ha debido de costar un pastón (a los del palco, gratis total).

Con estos planteamientos la crisis se va a eternizar. Por el «Guaje» Villa se han pagado más de 40 kilos de euros. Este coste va a encarecer (aún más) el precio de las localidades del campo barcelonés y no quedará más remedio que ver el fútbol en la televisión, pero ya saben: pagando por ver.

Sugiero que al segmento social de los «pringaos» (parados, pensionistas y demás menesterosos) se les subsidie con una limosnita de fútbol televisado, porque mucho invento de TDT alta definición y tres dimensiones, pero todo con cargo a la faltriquera del televidente.

De seguir en este plan, ¿cómo vamos a superar la crisis?