Por motivos personales, y que ahora no vienen al caso, he estado sin publicar unas cuantas semanas, aunque no sin escribir mis artículos. En el que preparé para la pasada semana hablaba sobre la incondicionalidad y a qué debe y a qué no debe aplicarse. Os hago un breve resumen porque era la introducción del artículo de hoy. Decía que la incondicionalidad está bien cuando, por ejemplo, de una amistad se trata, pero que debe prevalecer la razón y la capacidad crítica de una persona cuando se trata de opinar sobre las decisiones que toma, por ejemplo, un determinado Gobierno. Todo aquel que haya ido leyendo alguno de mis artículos se habrá dado cuenta de que mis simpatías están con aquellas ideologías, y por ende con los partidos que las toman como estandarte, que tienen como principal objetivo la lucha por una sociedad justa donde los más desfavorecidos lleguen a gozar de todos los derechos que les corresponden como seres humanos que son y que nuestra Constitución contempla. Pero esa simpatía no me resta la objetividad necesaria para ver que las cosas no se están haciendo bien y, como dicen, para muestra basta un botón.

El otro día estuve tomando café con mi amiga Mari Pili. Me habló de su hermana Mariuge, ya sabéis, la que se separó de su marido no hace mucho tiempo, y de cómo le afectan las últimas decisiones de nuestro Gobierno. Parece ser que la muchacha cobra una pensión por una incapacidad que le impide realizar cualquier tipo de trabajo, pero como Mariuge dedicó la mayor parte de su vida de casada a cuidar de su familia atendiendo sus necesidades, esta pensión que cobra está calculada en función de una base reguladora de cuando con un duro íbamos al cine y nos daba para tomar un bocata después (o casi). El caso es que la pensión que cobra la muchacha, aun estando calculada en función del cien por ciento de su base reguladora, no llega a las consideradas «pensiones mínimas», es decir, su pensión es «ridícula». Pero no queda ahí la cosa, no, aún hay más. Como cuando los gobiernos, porque aunque ahora ha sido éste, los demás, a este respecto, han ido haciendo lo mismo, deciden aplicar cualquier tipo de mejora a las pensiones mínimas», a ella no le afecta porque la suya está dentro de las consideradas «ridículas». A esto ya está más o menos acostumbrada, lo que no impide que se coja sus buenos cabreos de vez en cuando, pero lo peor vendrá ahora. Sí, porque como se ha aprobado la congelación de las pensiones, exceptuando las mínimas y sólo las mínimas, la suya va a ser una de las que se queden como están porque está dentro de las ridículas. ¡Bien por el Gobierno! Cómo se nota que es de izquierdas y lucha por los más desfavorecidos... ¿A que ahora que sabéis esto os sentís mucho más tranquilos?

(Continuará...)