Cuando algo se convierte en una creencia general, una cosa que todos piensan aunque no tenga el sello de lo oficial, habitualmente acaba cumpliéndose. La idea de que José Luis Rodríguez Zapatero no volverá a presentarse, al menos hasta dentro de bastantes años, a unas elecciones generales como cabeza de cartel ha ido ganando terreno. Hoy son bastantes los comentaristas que aventan esta hipótesis. Una «operación retirada» escalonada, cautelosa, pero firme y decidida.

Los pasos de esta operación me parecen claros. ZP ya ha comenzado a decir, a quien le quiera oír y también en sus discursos en público, que está dispuesto a abrasarse electoralmente con tal de cumplir con lo que, ahora, él cree que es su deber. Es decir, arreglar las cañerías económicas y las del Estado, guste o no guste a la ciudadanía. Y a nadie le gusta apretarse el cinturón.

Sospecho que es más que una estrategia; Zapatero sabe que no saldrá indemne ni del ajuste económico duro ni de la cuadratura del círculo que supone tener a su «socio» Montilla contento dentro del Estado y con la sentencia del Constitucional pendiendo sobre la literalidad del Estatut. Así que sospecho, con cierto fundamento, que el Presidente, cada vez más enredado en su propia madeja, no volverá a presentarse a la reelección, que buscará cooptar, o simplemente designar, a un candidato/a a sucederle dentro de las filas de su partido y que se marchará a tratar de ser reconocido por la Historia, ya que no por sus contemporáneos.

¿Estoy yendo demasiado lejos en mis hipótesis? Puede que sí, puede que no. Creo sinceramente que a Zapatero le quedan dos telediarios en Moncloa -quien dice dos quiere decir los telediarios que restan hasta abril de 2012-. Y nada más; no hay más que escuchar sus intervenciones parlamentarias, no hay más que mirar sus profundas ojeras, su inmenso cansancio ante las críticas, puede que justificadas las más, injustas las menos. No hay sino que analizar sus desplantes toreros a la realidad, a la evidencia. Es difícil analizar a alguien con sus características de hermetismo, pero yo creo que empieza a desarrollar el síndrome del mártir a quien la Historia absolverá. Puede que se sienta casi un Adolfo Suárez, solo ante el peligro como Gary Cooper. Nos queda mucho por ver, pero, para mí al menos, el adiós pautado de Zapatero no sería una sorpresa.