San Lorenzo es sin duda la joya de Gijón. Merece, pues, que se atienda debidamente y cada vez mejor. El equipo de salvamento, seguramente de lo mejor del mundo, necesita algunos complementos para hacer su trabajo más eficaz y, sobre todo, rápido. Seguramente alguien de los presentes en la playa al presenciar el suceso, le echó la culpa al mal fario del martes y trece, el día en que ocurrió lo que a continuación paso a relatar. Un chico joven, quizá no más de treinta, se sintió indispuesto en el arenal a la orilla del mar. El médico y el enfermero del equipo de salvamento tuvieron que pegarse una carrera por El Muro, desde la escalera doce -donde está la sede- hasta la siete, cargados con el equipo de primeros auxilios y luego dar una galopada hasta la orilla con marea bajísima.

Se echó en falta un vehículo acto para andar por la arena, especialmente habilitado para el equipo médico, con todo lo necesario para una emergencia. El médico reclamaba una manta hipodérmica que tenían que traer desde la sede de salvamento, al igual que una camilla para trasladar al joven indispuesto hasta la escalera y de allí a la calzada donde estaría la ambulancia, para, dependiendo de la gravedad, llevarlo a la sede, atenderlo en la uvi móvil o proceder al ingreso en un centro hospitalario.

Demasiado trajín, demasiado espectáculo y, también, demasiado tiempo invertido en carreras. Un vehículo para el equipo médico vendría bien para mejorar la atención del equipo de salvamento.

Una persona habitual de la playa y del baño, que hace la travesía de la playa cuando las condiciones de la mar lo permiten, me dio una idea nada descabellada. Hasta ahora los miembros del equipo de salvamento vigilan a los que se adentran en la mar hasta las boyas, con miradas periódicas, aunque en ocasiones pueden tener que desviar la atención por causas del servicio. Mi comunicante sugiere cubrir desde el Muro con cámaras de televisión todas las zonas de baño, de modo que se pudieran controlar desde la sede. Se doblaría así la vigilancia y aumentaría sin duda la seguridad de la playa, y los bañistas que tienen por hábito adentrarse en la mar hasta el límite de la zona protegida lo harán en adelante sabiendo que ante una contingencia en cuestión de minutos puede producirse el auxilio.

La experiencia es la que valida la eficacia del sistema. Ya que no se pueden mejorar las condiciones naturales de la playa, hagámoslo con el equipo que representa la seguridad.