El bicentenario de la muerte de Gaspar Melchor de Jovellanos en 2011 (Gijón, 1744; Puerto de Vega, 1811) se conmemorará con variados eventos, ciclos de conferencias, obras musicales, una exposición de bibliografía y un congreso internacional auspiciado por el Instituto Feijoo de la Universidad de Oviedo, entre ellos. Si el siglo XVII español fue el de la decadencia, el siglo XVIII fue el de las reformas, en sintonía con la nueva dinastía de los Borbones, para el impulso y la modernización a la luz de la razón y la crítica, no sin fuertes inercias y resistencias.

Frente a la imagen atrasada de la España aislada, de fanáticos y pícaros, campesinos y mendigos, mediante la fórmula «todo para el pueblo, pero sin el pueblo»: ¿No recuerda algo nuestra partidocracia actual? Los reformistas se centran en tres aspectos, razón, educación y economía. La razón hará comprender los errores del pasado histórico, la educación dará afán de conocer la realidad presente y el fomento de la economía productiva será el motor del cambio hacia la prosperidad general.

La centuria promueve la idea de progreso, precursora del liberalismo del XIX como revolución, frente a la conservadora, del tradicionalismo como reacción. En la Ilustración española suelen distinguirse tres etapas: una primera con Feijoo que abre el siglo a las nuevas corrientes europeas, una segunda con Campomanes y las Sociedades de Amigos del País, que plantean análisis y medidas, y una tercera convulsa con Jovellanos, entre éxitos y boicots, luchas y excusas por el poder.

Dejó la carrera eclesiástica para seguir la judicial en Sevilla y la política en Madrid. Fue director de la Junta de Comercio de la Sociedad Económica Matritense e impulsor del banco de San Carlos (hoy de España). Auge de poblacionistas y de igualdad de derechos, que fructificarán en las Cortes de Cádiz de 1812. En su «Informe sobre la ley agraria» ataca los privilegios de la Mesta ganadera y los señoríos jurisdiccionales feudales, el mismo año de su muerte (1811) serán abolidos. Ahora que tantos le reivindican, sería bueno evitar el retroceso autonómico hacia los reinos de Taifas medievales.

Jovellanos critica el contraste entre minifundios en el Norte y latifundios en el Sur, y los precios excesivos de los arrendamientos, partidario de «suprimir los obstáculos» es precursor de las desamortizaciones agrarias. «Derramará un día la luz y las ciencias útiles por esta provincia, y acaso por toda la nación... quisiera enlazar en su plan de enseñanza (del Instituto de Gijón) el derecho público universal... poco se puede esperar sin fondos». Como se ve, suele haber más ruido que nueces.

De misión oficial en Asturias procuró la mejora de sus comunicaciones, el puerto de Gijón y la carretera hacia Castilla por Pajares. Con preocupaciones económicas, la conveniencia de explotar el carbón mineral con fines industriales; culturales, estudia el léxico asturiano, e impulsa la formación de sus marinos e ingenieros, con el Instituto Náutico y Mineralógico de Gijón. Y sociales, así la organización de los hospicios. Durante Carlos IV, con el favorito Godoy llegó a ser ministro de Gracia (subsidios) y Justicia. Su caída en desgracia le conllevó prisión, en Mallorca. Ya libre tras el motín de Aranjuez de 1808, durante la Guerra de la Independencia representará a Asturias en la Junta Central de los españoles sublevados. Cunda su ejemplo.