Un dicho popular asegura que un banquero es ese señor que te da un paraguas cuando hace sol y te lo retira cuando llueve. Un banquero, Botín, junto a otros eminentes de la economía española, acaba de pedirle al presidente Zapatero que se deje de historias sobre su futuro electoral y que gobierne hasta agotar la legislatura.

¿Es fiable el consejo de un banquero? Habrá quien mire atrás y recuerde aquel día que entró en un banco y casi sin enterarse le introdujeron en el bolsillo de la chaqueta una hipoteca por valor del 110 por ciento del piso, acompañada de una olla exprés y una frase amigable: «Sí, hombre, sí; así amuebláis y además hacéis ese viaje que tanto esperabais; lo que yo te diga». Buen consejo para tiempos soleados.

Pero ahora que caen chuzos de punta, el presidente Zapatero ha seguido otro consejo: el de que los hipotecados ahogados no puedan entregar el piso al banco como liquidación de aquel prometedor y bonito compromiso. No vamos a frivolizar con las leyes hipotecarias, pero cualquiera diría que Zapatero tiene especial predilección por los consejos de un banquero.

Pero yendo al meollo de la margarita electoral de Zapatero, lo que obtiene el Presidente es un chute de oxígeno tal vez bajo la premisa de que no vamos a ir al derrumbadero detrás de Portugal y justo cuando su propio partido le retira de la campaña de las elecciones de mayo. Un poco de aire, pero con un precio elevadísimo: la constatación a posteriori por parte de los líderes de la economía española de que el inquilino de la Moncloa volvió a armarla muy gorda cuando el pasado diciembre confesó que su destino ya estaba decidido y lo había comunicado a no se sabe qué albacea del PSOE. Es decir, fue el propio Zapatero quien puso en marcha esta espiral de delirio sucesorio y de pánico en el seno del socialismo español. Una frivolidad más del nefasto presidente que a juzgar por el consejo del banquero ha de ser tenida por pelillos a la mar.